Rev. Méd. RosaRio 88: 36-42, 2022  
FANTASÍAS CON EL CELLO  
In memoriam de quienes partieron  
Si può? Si può? Signore! Signori! Scusatemi se da sol  
mi presento1  
Disculpas aceptadas mi buen señor, ya me decía  
–Oh sí, soy plenamente consciente de eso, las pérdi-  
das se cuentan por millones.  
–Ambos sabemos que la música también se ha veni-  
que más temprano que tarde se asomaría por estos la- do ocupando de la muerte, a lo largo de los siglos.  
res… ¿Cómo le va? Cuénteme. –No caben dudas, pero con tanto escrito no es fácil  
Aquí apechugando sin perder las esperanzas, y decidirse por tal o cual tipo de género.  
como se imaginará rodeado de esa música que estimula  
y sienta bien.  
–Si me dieran a elegir optaría por algún Réquiem.  
–Es atinada su sugerencia, aunque igualmente nos  
vamos a topar con unas cuantas obras de ese talante.  
–Hay bastante material. Según mis registros la misa  
El pan de cada día en lo que a mí me toca.  
¿Le agrada Pagliacci?  
Por supuesto; el Prólogo es una página muy lo- de difuntos más pretérita parece ser la compuesta por el  
franco-belga Johannes Ockeghem para los funerales de  
Hay una grabación de Leonard Warren insupera- Carlos VII de Francia en 1461; aunque otros sostienen que  
grada, poética y musicalmente hablando.  
ble para mi gusto.  
en realidad habría sido a raíz de la muerte de su hijo Luis  
Lo de Leoncavallo de arrancar con ese Introito XI, ocurrida 22 años después.  
–Fíjese Ud., creía que el primer Réquiem correspon-  
fue una idea brillante, pero no me queda claro si Ud.  
también anda detrás de alguna proclama… digamos an- día al escrito por Tomás Luis de Victoria en 1603 al produ-  
ticipatoria de no sé qué.  
cirse el deceso de María de Austria, la hermana de Felipe II.  
–La historia de la música tiene muchos vericuetos,  
vaya uno a saber si no existe otro que tampoco conozco.  
–¿Después caeríamos en el barroco?  
Para nada maestro, en todo caso me agradaría  
Epilogar.  
Si lo pasamos al castellano quizás me resulte más  
entendible.  
–Efectivamente.  
Lo que pretendo expresar en realidad, es mi de-  
–Y allí Bach brilla por su ausencia.  
seo de transitar un tiempo de postpandemia abocado a  
escribir una reseña de su derrotero.  
–Es que la iglesia reformada prácticamente no se ocu-  
pó de las misas de difuntos. Aunque a decir verdad tampo-  
Ahora sí, y de paso matizarlo con música especial co hay demasiado entre los ámbitos musicales católicos.  
para la ocasión.  
–Sé del austro-bohemio Heinrich Ignaz Franz von  
¡Ni que hablar! Tengo in pectore varias páginas, Biber.  
–He oído algunas misas de él, y me han referido que  
Tierra de esperanza y gloria” de Elgar, por ejemplo.  
O la alegría y sentimientos de agradecimiento era muy abocado a las composiciones religiosas.  
después de la tormenta, en la sexta de Beethoven. –Don Enrique era maestro de capilla en la catedral  
Puede ser, y por qué no la pequeña serenata noc- de Salzburgo y entre sus obras sacras se halla un Réquiem  
turna de Mozart, o la música para los fuegos de artificios de 1690 y posteriormente otro de 1692.  
de Haendel…  
–¿Qué opinión le merece?  
Es cierto. Pero sin ánimo de pincharle el globo,  
–Sin entrar en un análisis sesudo, por fuera de mi  
alcance, debo decir que sus piezas me agradan. Tenía  
ha de ser, asimismo, un motivo de recordación.  
1. ¿Se puede? ¿Se puede?, Señoras, señores, discúlpenme si me presento a mí mismo. Prólogo de I Pagliacci.  
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Fantasías con el Cello  
predilección por el canon el cual fue muy abordado por  
Bach, años después.  
–Muy entendible.  
–Para serle sincero, hay una cierta influencia de  
Recuerdo ese otro de Pachelbel mucho más po- esta obra sobre el Réquiem que después escribiría Mo-  
zart.  
pular.  
Exacto… Más allá de esto, parece ser que von Bi-  
–Vivimos en sociedad.  
ber fue redescubierto a través de sus Sonatas del Rosario  
para violín y bajo continuo.  
–Y todo el tiempo estamos interaccionando.  
–Muy penoso que Wolfgang haya muerto antes de  
Hay legiones de olvidados en estas huestes… terminarlo; por suerte Franz Süssmayr hizo un trabajo  
No sé usted, para mí el clasicismo fue más prolífi- acorde.  
co, en lo que hace a este tipo de composiciones.  
–Se cuenta que Mozart le dio numerosas indica-  
ciones para que pudiera proseguir.  
Sin duda, y allí los vieneses llevan la delantera.  
¿Estaba al tanto que Antonio Salieri compuso en  
–Delo por hecho. Hasta donde sé, fue su mujer  
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804 una misa de Réquiem destinada a sus propias exe- quien buscó un compositor capaz de concluir la pieza,  
quias acaecida en 1825?  
y la elección cayó en Franz puesto que era un discípulo  
No tenía ese dato, pero no me sorprende, el bastante cercano.  
–Los trascendidos palaciegos dicen que Süssmayr  
hombre no escatimaba en egolatrías.  
La escribió en el apogeo de sus facultades crea- habría sido sobornado por Constanze a fin de que no re-  
tivas, y los versados señalan que la pieza constituye su velase su participación en la composición del Réquiem,  
mayor composición de música litúrgica, vanidad aparte. y de ese modo presentar la obra como íntegramente mo-  
Si de presuntuosidades se trata digamos que, en zartiana.  
esta arena, el señor Antonio no era una estampilla de  
colección.  
–Mugre de conventillo, diría yo. Es casi seguro que  
Mozart completó en su totalidad el Introito. El Kyrie y  
Me parece que está en lo cierto, la modestia re- la Sequentia fueron en gran medida compuestos por él,  
sulta una flor exótica.  
pero finalizados por Süssmayr. Algo parecido también se  
Lo cual no implica que la petulancia sea exclusiva habría dado con el Ofertorio.  
de nosotros.  
–¡En medio de una enfermedad terminal!  
Doblemente acertado… Pero continuando con  
–¡De paso! Afortunadamente desbordaba en talen-  
este contrapunto de chismes musicales, ¿sabía que exis- to para estar a la altura de la situación. Piense usted,  
ten dos Réquiem atribuidos a Franz Joseph no escritos cuánto habría preferido hallarse eximido de esas cir-  
por él?  
cunstancias.  
–¡Qué duda cabe! En realidad, es un acto de ab-  
Algo me han referido, en honor a la verdad, ad-  
mitamos sin embargo que el hombre compuso mucha soluta justicia considerar al Réquiem como una de las  
música religiosa.  
obras capitales de Mozart.  
Sinceramente creo que el enredo se dio porque la  
–Mil veces sí, la pieza rebalsa de ese espíritu del  
gran salzburgués. ¡Qué regocijo!  
pieza había sido escrita por su hermano menor.  
¡Michael Haydn!  
El mismísimo y en tanto que el padre de la sin-  
–Me parece que arribamos al turno de Francia.  
–Sí, pero con una pizca de genio italiano.  
–¿Por?  
fonía pasó a la historia, el amigo Miguel cayó en el ol-  
vido no obstante de haber compuesto 360 partituras de  
iglesia.  
–A pesar de desarrollar su carrera en las Galias,  
Luigi Cherubini era peninsular.  
Una especie de eclipse musical.  
Algo por el estilo. Haydn junior escrib la Missa ¿Acá desembocamos en el romanticismo?  
–Sin duda, a decir verdad, el florentino compuso  
–Perdón, vengo medio trabado esta mañana…  
pro Defunctis, tras la muerte del Conde.  
Arzobispo Sigismund von Schrattenbach acaecida dos piezas de este tipo, pero prevalece más la primera en  
en Salzburgo en diciembre de 1771, aunque a principios do menor de 1815, estrenada el 21 de enero de 1817 en  
de ese año había fallecido su hija Aloisia, por lo que su la Abadía de Saint Denis como una suerte de desagravio  
propio duelo también aportó una buena cuota de mo- por la ejecución del Rey Luis XVI.  
tivación.  
–La Asamblea Legislativa de 1793…  
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Una historia que pesaba mucho entre los france- es como veo yo la muerte: como una feliz liberación,  
ses y de ahí esta idea reparadora por llamarlo de alguna una aspiración a una felicidad superior, antes que una  
manera. Cherubini introduce una modificación como penosa experiencia”.  
para infundir grandiosidad a la música y así establece  
nuevas pautas para la misa de difuntos.  
–La partitura es fiel a esos sentimientos… ¿Sabe  
una cosa? Nos hemos salteado un Réquiem muy singular.  
–Quédese tranquilo que no se me iba a pasar por  
Voy a hurgar en el material registrado para ver  
si tomo contacto con la pieza. Sí pude escuchar el otro alto. Quizás merezca un tratamiento aparte porque va  
Réquiem del aquel primer romanticismo escrito por un mucho más allá de una composición netamente religiosa.  
agnóstico.  
–¿Me estoy refiriendo a la Messa da Requiem de  
Verdi?  
–Yo también. Han sido muy pocos los artistas ca-  
paces de retratar la humanidad con tal entereza y aquel  
paisano de Le Roncole se ubica entre los predestinados.  
–Viéndolo a la distancia esta obra debe haber con-  
¿A cuál se refiere precisamente?  
A la Grande messe des morts.  
¿Berlioz?  
Exacto.  
No sabía de su escepticismo, lo cual se torna más  
interesante aún habida cuenta de esa espiritualidad que tribuido a consolidar la estima del compositor, entre las  
sobrevuela en tantas partes. filas enemigas.  
Creo que su música igualmente retrata los senti- –Caro amico, la pieza es una síntesis estética que  
mientos de angustia y dolor ante el misterio de la muerte. recoge todo el legado del Ottocento abarcando desde las  
Hay algo de eso; a fin de cuentas, Berlioz la escri- magnas solemnidades en las grandes catedrales, hasta la  
bió para el funeral del Charles-Marie Denys de Damré- sencillez de las misas provincianas.  
mont que tuvo a lugar en la Iglesia de San Luis de los  
Inválidos hacia fines de 1837.  
–Quién habría imaginado que aquel eximio ope-  
rista un buen día arremetería con lo sacro.  
No lo sabía  
Quedó un tanto archivado hoy en día.  
Todo muy interesante, pero desde lo personal de extracción palestriniana o a veces de tono teatral, con  
–Fueron muchos los sorprendidos. Verdi funde las  
invenciones tímbricas, las partes corales, por momentos  
unos cincuenta años después el mundo conocería una ese patetismo melódico de las piezas para solistas.  
de las más hermosas misas de Réquiem.  
–Tengo entendido que algunos formularon co-  
mentarios muy despectivos sobre esta pieza.  
¿Seguimos dentro de Francia?  
Si claro, concretamente Fauré, me dicen que fue  
–La altivez germánica en la persona de Hans von  
cantado por primera vez en la Iglesia de la Madeleine a Bülow, con un grado de acidez hasta casi irracional.  
principios de 1888. ¡Cuánta belleza, por favor!  
Al omitir la Sequentia consigue disipar ese horror  
apocalíptico de la ira divina.  
–Hombre difícil.  
–Verdi guardó silencio, pero hay datos de un co-  
mentario efectuado a su amigo Ricordi en el cual refería  
Para mi gusto el Sanctus, el solo de la soprano en que los propios italianos promovían esa insolencia teu-  
Pie Jesu y el cierre con In Paradisum, constituyen algo así tona, al inflamarlos de una gloria que a fin de cuentas  
como una perfecta visión de las esferas celestiales los llevaba a sentirse depositarios de la inextinguible y  
Muchos coinciden en que este Réquiem es uno de fulgurante luz.  
los más refinados del tardo romanticismo.  
Déjà vu.  
Me anoto. Y concebido entre profundos dolores.  
¿Por?  
Comenzó a escribirlo tras la muerte de su padre muerte de Rossini?  
–La idea inicial era honrar la memoria del músi-  
vo en el celular un texto del mismísimo Fauré a propó- co por parte de distintos compositores italianos pero el  
–Y lo dejamos ahí.  
–¿La génesis del Réquiem tuvo que ver con la  
y, antes de terminarlo, también perece su madre… Lle-  
sito de esta obra.  
proyecto cayó en agua de borrajas.  
¡Todo oídos!  
–Durmiendo el sueño de los justos, solía decir un  
Ahí vamos: “Se ha dicho que mi réquiem no director amigo.  
–Verdi lo encaró de motu proprio tras el fallecimien-  
llamado un arrullo de la muerte. Pues bien, es que así to del escritor Alessandro Manzoni en mayo de 1873.  
expresa el miedo a la muerte y ha habido quien lo ha  
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Fantasías con el Cello  
El mismo que escribiera la mentada novela I Pro-  
–El famoso crítico y musicólogo Eduard Hanslick  
messi Sposi.  
la consideró una obra maestra y muchos anti verdianos  
Así es. Poco después de sus funerales Giuseppe finalmente aplaudieron sin reservas.  
concurrió al cementerio de Milán en compañía de Cla-  
rina Maffei y Giulio Ricordi, a quien le refirió ese mis-  
–¡Cómo se habrá sentido el maestro!  
–Piense que además el gran homenajeado era  
mo día el deseo de componer una misa de Réquiem en Manzoni a quien él consideraba un santo.  
memoria del insigne literato. –Por lo que me han comentado Verdi prestaba  
Lo que se dice una deuda de honor.  
Sin más ni menos. El intendente de Milán Giulio  
mucha atención a las opiniones de su esposa.  
–Confidente, mujer, amiga y aliada. Creyente  
Belinzaghi incluso suscribió la necesidad de honrar a ese como era Giuseppina, en una carta de julio de 1875  
modelo de virtud y patriotismo.  
dirigida a su amigo Cesare Vigna, redacta un texto que  
refleja con total entereza su parecer al respecto de la  
Digamos que el camino estaba allanado.  
La Messa se cantó por primera vez el 22 de mayo composición.  
de 1874 en la iglesia de San Marcos y tres días después  
–¿Lo lleva consigo?  
se ejecutó en la Scala.  
–Ya se lo leo: “que es precisamente una emana-  
En lo que a mí respecta, la pieza es un hito en el ción de la chispa divina. Los vivos lo escucharemos y  
pensamiento musical del bussetano.  
sabremos que se repite en todos los rincones del mun-  
De un Verdi definitivo, mucho más teatral que do civilizado. El futuro lo colocará con las alas extendi-  
eclesiástico. La súplica, el miedo y la fe hablan un len- das para dominar toda la música fúnebre que ha salido  
guaje más apasionado de lo que habitualmente se escu- de la mente humana hasta el día de hoy... Vea querido  
cha en las iglesias.  
Vigna, con usted me atrevo a confesarlo, las sensacio-  
–Acá entre nosotros solemos hablar de una ópera sacra. nes que experimento con esta música son tan profun-  
Excelente lo suyo. Ese dramatismo del Dies Irae, das, que me han alzado hacia regiones muy alejadas del  
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se contrasta con la consolación del Lacrymosa.  
Ni que hablar del angustioso y profundo grito de  
clemencia del Libera Domine.  
mundo real”.  
–¿La Strepponi era una cantante lírica?  
–Una soprano bel cantista que hizo de Abigaille en  
Tiene razón. Aun cuando estamos muy lejos de el estreno de Nabucco.  
aquel Nabucco o el mismo Ernani, no caben dudas de  
que se trata de una página verdiana.  
–Más autorizada aún.  
–Por supuesto.  
Pues sí, con ese componente dramático típico de  
–A ver… hablando de Réquiems no tradicionales  
creo que también es necesario tener en cuenta el com-  
él, en un lenguaje desacostumbrado para la época.  
Ojalá se cante en breve. Su Réquiem es un acto puesto por Johannes Brahms.  
de fe sincera, ningún episodio raya en lo banal, espurio,  
frívolo o montado en los frecuentados clichés.  
–¡Qué extraordinario compositor! Su Réquiem  
alemán es un claro anticipo de lo que después nos trans-  
mitirá con sus sinfonías.  
–¡Y se trata de una obra de relativa juventud por-  
que los primeros esbozos datan de 1861, retomados en  
1866, tras la muerte de la madre y su gran amigo Robert  
¿Y por fuera de Italia cómo fue recibido?  
El gran espaldarazo se produjo en Viena cuando  
se cantó en junio de 1875.  
¡Me interesa me interesa de los pies a la cabeza!  
En realidad Verdi estaba preparado para un even- Schumann!  
tual mal trago, pero los austríacos lo recibieron con be-  
neplácito.  
–Nunca me cansaré de escucharlo, una suerte de  
meditación sobre la vida y la muerte a partir de textos  
bíblicos.  
¡Qué alegría!  
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. “che è proprio un´emanazione della scintilla divina. Noi viventi lo sentiremo e lo sapremo ripetuto in ogni angolo del mondo civilizza-  
to. L´avvenire lo collocherà colle ali distese por dominare tutte le musiche funebri sortite dalla mente umana fino a questo giorno… Vede-  
te caro Vigna, con voi posso osare di confessarlo, le sensazioni da me provate con questa musica sono tanto profonde, mi hanno innalzato  
in regioni tanto lontane dal mondo reale”.  
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Es verdad, y advierta que Brahms se aparta de la de esa composición.  
tradición católica, para situarse en la órbita de la iglesia  
luterana.  
–Era más joven que Brahms cuando dio a conocer  
su Missa pro defunctis para coro mixto, solistas vocales,  
Está en lo cierto, escoge pasajes de las sagradas tres trombones, una trompeta, cuerdas y órgano, en me-  
escrituras donde no se hacen referencias al juicio final o moria de Franz Sailer.  
a un Dios punitivo.  
–¿Un noble?  
Hay mucha más misericordia, compasión y hasta  
–Para nada, el notario de la Monasterio de San  
Florián, quien le había legado un piano al compositor.  
–Una cuestión afectiva entonces.  
–Diría que sí. Se estrenó precisamente en dicho  
monasterio el 15 de septiembre de 1849, un año des-  
una cuota de optimismo si se quiere.  
Sí, sí, bien apartado de lo litúrgico tradicional.  
Y, por otro lado, a medio camino entre la cantata  
y el oratorio.  
Uno se siente entre algodones al escuchar el “Selig pués de la muerte de Sailer.  
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sind, die da Leid tragen, denn sie sollen getröstet werden”.  
–Deberé escucharla más que nada para ver cómo  
Alguien muy afecto a las cuestiones históricas me componía a sus 25 años.  
comentó que en realidad se dieron dos estrenos, uno en –Hubo una segunda representación en diciembre  
forma parcial en la catedral de Bremen el Viernes Santo de 1849 en la Abadía de Kremsmünster, pero en 1892,  
de 1868, en tanto que la versión completa tuvo a lugar Bruckner revisó la partitura y se la cedió a Franz Bayer  
en 1869 en la Gewandhaus de Leipzig.  
quien lo representó hacia fines de 1895 en Steyr para los  
funerales del párroco de allí.  
Res severa verum gaudium.4  
¡No entiendo!  
–Se me hace que debe haber sido una de sus pri-  
Es el lema adoptado por esa sala en Leipzig, y que meras composiciones a gran escala.  
pertenece a Séneca.  
–Y su primer trabajo con orquesta. Cuando lo es-  
Ahora sí.  
cuche verá que existe una clara influencia de Mozart a  
Su Réquiem fue una especie de salvoconducto lo largo de la obra.  
hacia la fama dado que al interpretarse por toda Euro-  
pa comenzó a ser considerado como un compositor de  
fuste.  
–Más motivado aún, entonces.  
–Hay varios pasajes que rememoran lo que para  
aquel momento ya formaba parte del pasado. Insisto  
Por si alguno seguía teniendo cierta reserva, sus que el propio Introito lo transporta a uno al Réquiem  
cuatro sinfonías dejaron en claro que las ideas musicales mozartiano, pero a poco de andar aparecen varios ade-  
de aquel hamburgués eran tan diáfanas como bellas.  
lantos de lo que después desplegará en su obra sinfónica.  
–Dentro de ese formato me parece que la cuarta y  
la novena son las composiciones más logradas.  
–También me agradan esas sinfonías… ¿Una aco-  
Le agrada Brahms por lo que veo.  
Muy mucho.  
A mí también, y para serle sincero, no puedo de-  
cir lo mismo de su contemporáneo y austríaco de naci- tación si me lo permite?  
miento.  
–Adelante.  
Me la veo venir, Anton Bruckner.  
–Tenga en cuenta que no se trata de una obra  
En efecto. No porque su música carezca de valía, maestra.  
sino por una cuestión de gusto.  
–Soy consciente de ello.  
Lo entiendo perfectamente, además no hay nada  
–Digamos que es la primera demostración de un  
que disculpar. A propósito, él también carga con un Ré- joven compositor que está para mucho más.  
quiem en sus alforjas.  
–Sí claro.  
Era muy afecto a la música sacra, pero no sabía  
–Pero ya se visualiza la originalidad de su música.  
3
. Bienaventurados los que sufren porque serán consolados; Mateo 5,4.  
. Las cosas serias constituyen el verdadero gozo.  
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Fantasías con el Cello  
Un anticipo de sus dotes naturales.  
Usted lo ha dicho.  
¿Alguna otra rareza?  
–Abono su acotación. Para mi gusto el compositor  
no solo rinde homenaje a los conciudadanos que toma-  
ron parte de la conflagración, sino que también formula  
Otro señor muy afecto a los escenarios vieneses una especie de credo acerca de su profundo convenci-  
de aquel entonces, quien me sorprendió bastante al en- miento antibélico.  
terarme de su Réquiem. –Bien para la música.  
¿Por qué?  
Era muy afecto a las operetas.  
¿Strauss?  
–Y también para el género humano. La pieza pone  
sobre el tapete la depravación que implican los enfrenta-  
mientos armados, más allá de cualquier bando.  
–Deplorable per se.  
Pasó rozando, pero no, se trata del mismísimo  
Franz von Suppé, allá por 1855.  
–Totalmente.  
De una sorpresa en otra.  
–Según me han referido la idea original de Britten  
Lamentablemente sobre esta composición no era que los solistas representaran las nacionalidades de  
cuento con más información.  
Será cuestión de hurgar en las colecciones gra-  
badas.  
los pueblos intervinientes en la conflagración.  
–Exactamente, la soprano debía ser la rusa Galina  
Vishnevskaia, en tanto que para el barítono la elección  
Cuando lo haga no se olvide de darme su im- cayó en el gran Dietrich Fischer-Dieskau.  
presión.  
–Para ponerse de pie.  
Avec plaisir!  
–Y el tenor un avezado britteniano y coterráneo:  
Tengo un réquiem adicional, dentro de lo más Peter Pears.  
granado de este mundo musical.  
–Como para situar a la reconciliación en primer  
plano.  
–Por supuesto y de paso denotar las dolorosas pér-  
didas ocurridas en los distintos países.  
–¡Qué bien pensado!  
¿Contemporáneo?  
En efecto, pero creo que no lo voy a sorprender.  
El de guerra que nos legó Benjamin Britten  
Así es.  
También allí hay bastante inventiva.  
Es muy interesante porque la soprano solista y el así.  
–Pero los muchachos de las estepas no lo vieron  
coro cantan el texto tradicional en latín; mientras que el  
tenor y el barítono entonan los versos de Wilfred Owen  
intercalados a lo largo de la obra.  
–Otra vez sigo sin entender.  
–El gobierno de la Unión Soviética prohibió la sa-  
lida de la Vishnévskaya, y encima con poca anticipación.  
–¿Y?  
Le fue encargada como una misa de difuntos en  
1
961 y lo terminó en noviembre de ese mismo año.  
–Pues, tuvo que ser remplazada por la cantante  
Me cuentan que se cantó en mayo del año si- británica Heather Harper.  
guiente para la reconsagración de la catedral de Coven-  
try que había sido destruida durante la Segunda Guerra  
Mundial.  
–Una actitud demencial.  
–Lejos de constituir un hecho aislado maestro, la  
postguerra estuvo signada por historias dolorosísimas,  
¡Inglaterra soportó 9 meses de bombardeos, mi incluida esa horripilante cortina de hierro.  
estimado!  
–Hago agua por los cuatro costados.  
Ahora se entiende que en lugar de una Missa pro  
–Quédese tranquilo, ya lo conversaremos largo y  
defunctis, se trate de un Réquiem con el aditamento de tendido.  
poemas encaminados a conferir un manifiesto mensaje  
antibélico.  
–Le tomo la palabra.  
–Delo por hecho. Verá Ud. cómo la música con-  
Creo que Britten quiso mostrarnos lo doloroso e temporánea también tuvo que vérselas con este tipo de  
inconducente de la guerra como así también el sombrío situaciones.  
estado en que las personas terminan sumiéndose. –¡Me interesa sobremanera!  
Puede que Britten también haya visualizado a su –Le acerco un adelanto… Seguramente le habrán  
War Requiem como una obra de reconciliación por enci- contado sobre la caída del Muro de Berlín.  
ma de esos horrores.  
–Conozco algo del asunto.  
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Fantasías con el Cello  
El hecho se produjo el 9 de noviembre de 1989 –Me complace que le haya caído bien. Estuvimos  
y tuvo una formidable trascendencia política puesto que un poco funebreros hoy.  
puso fin a la división de las dos Alemanias. –Aun así, la música alumbra hasta la hora más os-  
Entiendo, ¿pero hacia dónde vamos?  
Para celebrarlo, tres días después la Filarmónica  
cura.  
-Me alegra escuchar esas cosas ¡no se me vaya a  
de Berlín dio un concierto para los ciudadanos de la Re- perder, eh!  
pública Democrática que quedó inscripto en los anales  
de la historia de la música.  
–Quédese tranquilo, soy de los que vuelven Tengo  
una reunión "on line”  
¿Un programa de aquellos?  
Beethoveniano, su primer concierto para piano,  
–¿Qué cosa?  
–Esos rejuntes donde las personas se conectan a  
con Barenboim como solista y la Séptima Sinfonía tam- través de la computadora.  
bién bajo su batuta. –Ahora sí. Apúrese entonces, queda feo llegar  
Impecable.  
tarde.  
Y un momento excepcional… ya querría uno ha-  
In bocca al lupo sopra tutto! 6  
ber estado ahí.  
–¡Lo mismo para usted, cuidado con las escaleras!  
Habemus argumentum colloquii.5  
¡Sí señor! ¡Qué agradable es cerrar con una son-  
Oꢀꢁꢂꢃ Bꢄꢅꢅꢂꢀꢀꢄ  
risa!  
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. Tenemos tema de conversación.  
. Buena suerte, sobre todo.  
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REVISTA MÉDICA DE ROSARIO