Rev. Méd. RosaRio 90: 53-57, 2024
REVISTA MÉDICA DE ROSARIO 53
-¡Lo que se dice aprehendido in fraganti!
-¡Hola, cómo le va… hace un buen rato que no tenía
noticias suyas!
-Por este lado le diría que admisiblemente bien, por
el suyo espero que no se haya vuelto un apóstata a juzgar
por lo que estoy viendo.
-Si fuera más explícito hasta quizás llegaría a enten-
der lo que se trae entre dientes.
-No es de buen Cello andar hurgando en partituras
para otras cuerdas.
Caro Signore!, los caprichos para violín que Pagani-
ni compuso en 1819 suscitan la atención de cualquier
amante de la buena música.
-Me quedo más tranquilo entonces, apreciar lo real-
mente valioso es siempre reconfortante… ¡pero no se
me vaya a correr de bando eh!
-Haya paz. Ocurre que la mayoría de sus composi-
ciones para violín, exigen un alto nivel de habilidad que
desespera a cualquier solista incluso los grandes maes-
tros. Me resulta desaante imaginar cómo lo resuelven
cada uno de ellos.
-Tengo entendido que Niccolò fue también un con-
sumado guitarrista.
-Así es fíjese Ud. que dejó unas 140 pequeñas piezas
para guitarra solista, y 9 cuartetos a los cuales se suman
otros instrumentos de cuerda.
-Algunos sostienen que su técnica de ejecución del
violín se habría perfeccionado aún más de haber vivido
más tiempo.
-Difícil saberlo, de todos modos su muerte no fue
prematura.
-Tenía 57 años y si pensamos que la esperanza de
vida en el primer cuarto del siglo XIX era de unos 45
años convengamos que su existencia se prolongó bastan-
te, aunque estuvo marcada por un sufrimiento crónico
desde su más tierna infancia.
-Que no debe haber sido limitante; era capaz de rea-
lizar hasta lo increíble como si las dicultades no exis-
tieran.
-Así es, y de ahí la traqueteada historia de su pacto
con el diablo.
FANTASÍAS CON EL CELLO.
Una leyenda tan endiablada como imaginaria
-Uh sí, eso lo he escuchado hasta el cansancio.
-Entre nos, podría existir una explicación bien terre-
nal de la extraordinaria e inimitable destreza de Paganini
para con el violín.
Desembuchez s’il-vous-plaît!
-Es muy probable que haya padecido el síndrome de
Marfan, dada su gura alta, el rostro demacrado y, sobre
todo, sus dedos extremadamente articulados e hiperex-
tensibles.
-¿Qué cornos vendría a ser eso?
-Vamos de a poco. El síndrome de Marfan es una
enfermedad hereditaria poco frecuente, descrita por pri-
mera vez en 1896 por el pediatra francés Antoine Mar-
fan.
-¿Y la anécdota?
-Se trata de alteración genética que produce una fra-
gilidad en los tejidos de sostén del cuerpo.
-¿Cómo se dan cuenta?
-La persona se caracteriza por presentar extremida-
des largas y delgadas, tanto los pies como las manos, con
los típicos dedos en araña, además de anomalías en los
dientes, tórax en embudo, y desviaciones de la columna
vertebral.
-No parecería tan grave.
-A veces también se suelen observar trastornos ocu-
lares y cardiovasculares, especialmente la arteria aorta.
-Dejémoslo así.
-Fiat voluntas tua.
-Ahora que lo dice recuerdo haber oído reseñas don-
de se hacía mención de un rostro alargado, nariz pro-
minente, ojos de águila y cabello rizado que caía hasta
los hombros, ocultando un cuello extremadamente del-
gado.
-Para la veta musical lo que realmente resultaba no-
table era la extensibilidad de los ligamentos capsulares
del hombro, y la acidez de la unión del antebrazo y la
mano. Lo cual facilitaba sus posibilidades de ejecución
gracias a la exibilidad de estas articulaciones.
-Digamos que el señor tenía una suerte de plusvalía.
-Por cierto y le brindo un detalle adicional. En fun-
ción de un molde plástico elaborado a partir de otro
Rev. Méd. RosaRio 90: 53-57, 2024
REVISTA MÉDICA DE ROSARIO54
original confeccionado en bronce tomado poco después
de la muerte de Paganini, la palma de su mano era rela-
tivamente pequeña pero con dedos bien largos.
-Y todo por este mentado Marfan.
-Pudiera ser que sí.
-¡No me cambie la bocha!
-Ocurre que hace algunos años, un descendiente de
Paganini del siglo pasado murió sorprendentemente a
causa de una rotura de aorta, y se sospechaba que podría
haber padecido el citado síndrome.
-¿Y?
-A raíz de ello sus dos hijos Andrea y Stefano Pagani-
ni se sometieron a un análisis de material genético pero
los estudios no aportaron evidencia en favor de dicho
padecimiento.
-¿En qué quedamos caro Signore?
-Estamos hablando de muchas generaciones poste-
riores, unos 150 años después. Ergo, no se pueden sacar
conclusiones rmes respecto de si Niccolò llegó a pade-
cerlo, o no.
-Muchos casamientos de por medio.
-Exacto. Sea como fuere convengamos que si Paga-
nini hubiese tenido en realidad esta enfermedad, ni si-
quiera hoy se lo podría ofrecer un tratamiento efectivo.
-Pero de conocerse este hecho la leyenda diabólica
habría abrigado menos adeptos.
-Indudablemente… De lo que estamos un poco más
seguros es sobre la serie de enfermedades infecciosas que
también llamaron a su puerta.
-¡Pobre tipo!
-Arrancamos con la infancia durante la cual habría
padecido una encefalitis sarampionosa que afortunada-
mente no repercutió sobre su capacidad física e intelec-
tual.
-Sin lugar a duda. ¿Pero usted se rerió a una tanda?
-Al menos otras dos muy frecuentes por esos años,
tuberculosis y sílis.
-Pergolesi murió de tuberculosis.
-Pero no habría sido el caso de Paganini.
-¿Por qué?
-Su hijo Aquiles, se mantuvo siempre sano a pesar
de permanecer constantemente junto a su padre; lo cual
alejaría la posibilidad de una tuberculosis.
-No termino de entender.
-La enfermedad se adquiere fundamentalmente a
través del aire que ingresa a los pulmones y si uno com-
parte el mismo ambiente durante mucho tiempo la pro-
babilidad de enfermar es alta.
-Ahora sí.
-Para otros historiadores los padecimientos crónicos
de la garganta y de sus huesos eran indicios de su con-
dición silítica.
-La misma enfermedad que tuvo Schumann sobre la
cual hemos conversado tiempo atrás.
-Exactamente. La designación de sílis se originó de
un antiguo mito sobre un pastor llamado Sílus según
el relato de Girolamo Frasastoro de 1530.
-También me retumba el término de lúes.
-Buena memoria, la palabra proviene del latín y sig-
nica plaga o calamidad.
-Me parece que en aquel momento también hizo
mención de una enfermedad venérea.
-Puede que sí, aquí partimos de veneris que a su vez
deriva de Venus, la diosa del amor.
-Me imagino cuál era su forma de contagio.
-Cosas de humanos.
-¿Y cuán seguros están de que tuvo esta enfermedad?
-La evidencia es más bien indirecta.
-En Castellano por favor…
-Los hallazgos a partir de muestras de cabello del
compositor prueban que fue tratado con mercurio, pero
resta resolver si el diagnóstico de sílis se realizó correc-
tamente.
-Me queda más claro.
-El propio Paganini supo quejarse después de un
tratamiento con mercurio efectuado por su médico,
como si hubiera comprado mi cuerpo para experi-
mentar con él”.
-No son sencillos ustedes.
-Lamentablemente con esa animosa cuota de curio-
sidad nos hemos llevado muchas cosas por delante.
-Ojalá llegue a ser una historia de tiempos idos.
-Un dato a favor es que hoy existe mayor concien-
cia del sujeto enfermo que por sobre todas las cosas es
persona.
-Bravo. ¿Pero querría saber un poco más sobre la ca-
bellera del maestro?
-Primero de todo debo aclararle que por aquellos
tiempos existía la costumbre de regalar un mechón de
pelos.
Per tutti i Santi! ¿Paganini supo hacer estas cosas?
-Al parecer le habría obsequiado algo por el estilo
a Lady Chatterton. Tenga presente que en el siglo XIX
el cabello proporcionado era un signo de amistad o de
amor romántico.
-¿Paganini y la dama?
Fantasías con el Cello
REVISTA MÉDICA DE ROSARIO 55
-Para mi gusto se trató de lo primero. Eliza Daven-
port Latham, estaba por convertirse en la esposa del,
en ese momento, más conocido y famoso arpista inglés
John Balsir Chatterton.
-Mejor así.
-Niccolò debe haberla conocido en su gira de con-
ciertos de 1831/32, en los cuales visitó Londres, Escocia
e Irlanda.
-¿Y también allí identicaron ese brebaje?
-Los análisis evidenciaron el depósito de metales pe-
sados, lo que sugiere una terapia con mercurio.
¿Cómo fue que consiguieron obtener dichos cabe-
llos?
-Esa es otra historia.
-¡A los Cellos también nos interesan los chismes!
-El alma generosa fue un virtuoso del violín y exper-
to en Paganini, Joseph Gold de Piedmont, quien, tuvo
la amabilidad de proporcionar tal material para las in-
vestigaciones.
-¿Todo bien pero de qué modo llegaron a las manos
de este señor?
-Los compró.
-Estoy al borde de un soponcio.
-Tranquilo que fue todo legal. En 2009, Schuber-
tiade Music & Arts, subastó en Estados Unidos un me-
chón de cabello, que habría pertenecido a Paganini.
-¡Patrañas!
-Diría que no, el espécimen estaba contenido en una
caja cerrada con llave junto con una inscripción autó-
grafa del gran virtuoso que decía: “A la Señora Chatter-
ton con los elogios de Niccolò Paganini”.
-¿Podemos aceptar entonces el tema de la sílis?
Asumamos que sí.
-¿Y ese fue el motivo de su muerte?
-La historia se vuelve a enredar. Durante sus últimos
años de vida, estuvo asediado por fuertes dolores.
-Adiós a los conciertos.
-Totalmente, encima se le sumó una severa afonía
que casi le impedía hablar, lo cual abona la teoría de una
tuberculosis agregada.
-Cuanto sufrimiento.
-Se comunicaba con los demás a través de su hijo
Achille, quien hacía grandes esfuerzos por oír y entender
lo que su padre intentaba decirle.
-Menos mal que contaba con el muchacho.
-Que lo CUIDÓ en el sentido más excelso de la pa-
labra.
-¿Algún tratamiento?
-Las terapias efectivas arribarían un siglo después.
-¡Uf!
-Un año antes de su muerte fue examinado por un
prestigioso especialista de la Universidad de Montpellier
quien hizo mención de una excesiva excitación nerviosa,
compromiso lumbar de la médula espinal y lesiones en
el paladar.
-¿Sílis o tuberculosis?
-El médico se habría inclinado más por lo primero.
Lo cierto es que al año siguiente, concretamente el 27
de mayo de 1840, Paganini sufre un intenso ataque de
tos cuando se disponía a sentarse a la mesa para comer
y fallece.
-Como nuestra Violeta de la Traviata.
-El dato que otorgaría algún sustento sobre el pade-
cimiento de ambas enfermedades.
-¿Falleció en París?
-No, en Niza donde se había trasladado en busca de
un clima benigno que le brindara alguna mejoría.
-Requiem aeternam dona eis, Domine.
-Rotundo NO.
-¿Cómo qué no?
-Lo que sigue es una historia tan triste como espe-
luznante.
-¿De una negrura innita?
-Verá usted. En su lecho de muerte Paganini fue vi-
sitado por el canónigo Caarelli, en representación del
obispo de Niza monseñor Galvano.
-Para confesarlo y administrar los últimos sacramen-
tos, me imagino.
-Exactamente, sin embargo el trámite se complicó.
-¿Por?
-El primer intento se frustró puesto que el músico
estaba agobiado por intensos dolores. En tanto que para
la segunda ocasión Paganini se hallaba fuertemente se-
dado a raíz de tales malestares.
-Muy entendible.
-Caarelli pudo incluso entrar en el dormitorio y así
comprobar este hecho.
-¿Volvió al ataque?
-Hubo un posterior encuentro puesto que el maestro
había aceptado confesarse. El tema es que al estar prác-
ticamente impedido de hablar pide hacerlo por escrito,
para lo cual se requería una pizarra.
-Su dicultad era extrema entonces.
-Por cierto, pero cuando el confesor acude nalmen-
te con el adminículo, Paganini había muerto.
-¡Sapos y culebras!
Rev. Méd. RosaRio 90: 53-57, 2024
REVISTA MÉDICA DE ROSARIO56
-Tal vez enfadado por su fracaso, Caarelli cargó
las tintas en su informe, sumado a que en el domicilio
el violinista no había imágenes religiosas, solo cuadros
poco cristianos por así decirlo. Por otro lado, Paganini
nunca había efectuado donaciones jugosas a la Iglesia.
-Ensañarse con el muerto suena muy mal.
-Totalmente.
-Pero eso no lo convertía en un renegado.
-Si bien Niccolò fue poco dado a la religión tampoco
era su enemigo. En su testamento solicitaba un funeral
sencillo aunque sí pidió que se celebraran muchas misas
por su alma en la iglesia de los Capuchinos.
-Refuerza mi teoría.
-Pato o gallareta el obispo de Niza entendió que no
podía ser enterrado en tierra sagrada. Su vida no encaja-
ba con la de un buen hijo de la Iglesia, habría rechazado
los últimos sacramentos y, además, el mito de su pacto
mestofélico.
-Digamos que uniendo la leyenda de su condición
demoníaca y su gambeteada a la Extremaunción, vio la
ocasión de mostrar al pueblo como se trata a un répro-
bo, fogoneando así el temor ante cualquier heterodoxia
y signo de rebeldía.
-Otros dicen que los eclesiásticos también se sentían
importunados porque no estaban incluidos como bene-
ciarios en su testamento.
-¿Y cómo siguió el melodrama?
-Sin posibilidad de acceder al cementerio el cadáver
de Paganini fue embalsamado y habría permanecido un
par de meses en su lecho de muerte.
-¡Qué lamentable!
-Mientras se intentaba que el obispo cambase de
opinión, uno de sus amigos el conde de Cessole traslada
el féretro a un establecimiento de su propiedad en las
afueras de Niza.
-Un alma piadosa por lo menos.
-Pero al llegar el tiempo de las mieses el féretro se
habla de un trasladado a su casa y luego al lazareto de
Villafranca.
-¿Qué vendría a ser un lazareto?
-Un leprosario, vale decir institución donde eran
alojados/depositados los enfermos de Lepra.
-Bien.
-Lamentablemente el director del lazareto se sentía
muy incómodo con la situación y pidió que el cuerpo
fuese reubicado en otro lugar lo antes posible.
-¡Un verdadero condenado!
-Las habladurías lo persiguieron aún después de la
muerte, propagando la absurda creencia de que el fan-
tasma del difunto se paseaba por los alrededores.
-¡Qué fenomenal culebrón!
-A partir de este momento existen varias versiones
sobre el desplazamiento del ataúd pero como nadie
puede vericar esta información, es mejor tomarla con
reservas.
-Ustedes son muy afectos a relatos de todo tipo y
color.
-La versión más able señala que el 16 de abril de
1844, casi cuatro años después de su muerte, el catafalco
fue sacado del lazareto de Villafranca y transportado en
el buque María Magdalena a la ciudad de Génova.
-¡Sáquenme este féretro de acá, por favor!
-Con mucha discreción pero bajo conocimiento y
permiso del gobierno del Piamonte, se lo deposita en
una habitación de la villa que Paganini poseía en Pol-
cevera.
-Da para el libreto de una Opera.
-Cuatro actos cuanto menos… Tiempo después, la
Gran Duquesa María Luisa de Parma ordena mover en
secreto los restos de Paganini a dicha ciudad de a n de
que fuesen enterrados en un parque fuera del cemente-
rio
-Tierra no sagrada, en denitiva, como para que na-
die se sienta a disgusto.
-Cabe añadir que muchos años después, concreta-
mente en 1876, su hijo Aquiles, consiguió obtener el
permiso de Roma para dar cristiana sepultura a su padre
en el cementerio de Parma.
-¡Se compadecieron nalmente!
-Moneda de por medio, impusieron la condición de
donar a la iglesia una gran parte de la fortuna que Paga-
nini había ganado a lo largo de su vida
-¡Gracias al “Violín del diablo”!
-Ni la dialéctica Hegeliana podría resolver tamañas
contradicciones.
-¿Fin de la historia?
-Falta un poco más. Como la ciudad de Parma se
iba agrandando, ese cementerio tuvo que ser clausurado.
-¿Y?
-Se construyó otro y consecuentemente los restos
fueron depositados denitivamente en el amante cam-
posanto.
-Recapitulación y coda.
-Se lo resumo. En 1896, un año después de la muer-
te de Aquiles, el ataúd de Niccolò Paganini fue traslada-
do a la nueva necrópolis por iniciativa de sus herederos
Fantasías con el Cello
REVISTA MÉDICA DE ROSARIO 57
quienes también hicieron construir un estupendo mo-
numento.
-A la postre, un acto de justicia.
-Si me permite que lo busque en el celular veré de
encontrar una inscripción que luego se tornó bastante
popular.
-Deseo oírlo de todo corazón.
-Un attimo
-No hay apuro.
-Aquí está, la traducción es libre así que me disculpo
por si acaso.
-Excusas aceptadas.
-La inscripción reza: Niccolò Paganini, que extraía ar-
monías divinas de su violín, impactó -con genio insupera-
ble- a toda Europa y adornó a Italia con una nueva corona
brillante. Su hijo Aquiles de Parma erigió este monumento
a su memoria imperecedera.
-Por suerte hay gente bien nacida.
-Los desdichados restos de Paganini descansan en el
Cimitero della Villetta”.
-Fin de las peripecias.
-Hubo un par de exhumaciones adicionales.
-Seguramente a raíz de los traslados quiero suponer.
-Y algunos curiosos que de paso deseaban ver los
restos.
-¿Por si había algún signo luciferino?
-Vaya uno a saber qué ideas locas seguían rondando
en las cabezas de esos insensatos.
-A lo largo de los años uno termina aprendiendo que
independientemente de los escenarios en que se mueven
las personas, en todas ellas subyace una especie de trage-
dia, más o menos maniesta.
-Y que cada uno la carga como puede.
-Exactamente. Lo lamentable del caso Paganini es
que las desventuras prosiguieron aun cuando ya había
dejado este mundo.
-Buena acotación.
-Si bien consiguió electrizar y le diría hasta polari-
zar al público como ningún otro músico o compositor,
nunca habría llegado a imaginar los tristes episodios de
este derrotero post-mortem.
-Una de las tantas páginas negras en la historia de la
música.
-Y de las miserias humanas agregaría yo.
-En efecto y por parte de ciertos protagonistas que
tampoco estuvieron en sintonía con la esencia del men-
saje cristiano.
-Efectivamente. Ni ángel ni demonio sino una suer-
te de bendición en la historia de la música.
-Tal cual, … sus composiciones han llenado miles de
salas de conciertos y seguirán haciéndolo.
-Ese es el legado que lo volvió inmortal... Viéndolo
desde afuera la secuencia de hechos que acaba de narrar
me lleva a preguntarle ¿por qué a las personas les cuesta
tanto apartarse de esa suerte de pensamiento dicotómi-
co?
-La respuesta no ha de ser sencilla, pero dado que lo
problemático siempre obliga a un sustancial retrabajo,
la chicana de la simplicidad termina resultando más có-
moda, entre comillas.
-No tenía muchos planes para hoy, pero le aseguro
que me pondré a repasar las Suites para Cello del que-
rido Johann.
-¿Un próximo concierto?
-Nada que ver, necesito rodearme de aire puro, de
revivir la hermosa experiencia de lo estéticamente bello
y reconfortante.
-Uy, discúlpeme no imaginé que la historia lo afec-
taría tanto.
-En realidad yo también me sentí atraído pero el de-
venir de los sucesos lo deja a uno prácticamente cons-
ternado.
-Que Bach obre de curador entonces.
-Así lo será.
-De mi parte le prometo que para la próxima rea-
pareceré munido de acontecimientos bien vivicantes.
-Bravísimo y con alguna cuota humorística dicho sea
de paso.
-¡Palabra de ser humano caro amico!
-Me gusta más cuando se pone irónico.
-Y a mí levantarle un poco el ánimo.
A presto Signore!
O B