Obituario del Dr. Lázaro Gidekel


 Dr.
Lázaro Gidekel

 

 

A Lázaro lo conocí a mi ingreso a la residencia de Clínica Médica en el hospital de Emergencias Dr. Clemente Álvarez en el año 1989. Hacía poco tiempo que había regresado al país luego de un extenso recorrido por EE. UU. y Costa Rica y concurría desde hacía dos años al Servicio de Clínica Médica participando activamente en las actividades de este.

Siempre mencionaba a sus maestros con quienes inicio su fecunda carrera, como el Dr. Juan Martinez, el ñato como él lo recordaba, con quien fue Practicante mayor en el Hospital Dr. Roque Sáenz Peña en el año 1954 y con el Dr. David Staffieri de quien fue Médico Interno del Hospital Nacional del Centenario en los años 55 y 56. Ellos le habían transmitido la solidaridad con el que sufre, el amor por el saber y la pasión por enseñar, ubicando al paciente como centro del arte de la medicina. En aquellos años de fines de los cincuenta gana una beca de la Cornell University de New York permaneciendo dos años en la misma y regresando a nuestra ciudad a su finalización.

 

Reinstalado en Rosario es nombrado a los 29 años jefe de Clínica de Sala XII del Hospital Nacional de Centenario cuyo jefe fue otro de sus maestros, el Dr. José Silberstein. En esos años también fue designado Profesor Adjunto de Bioquímica Clínica y medico clínico en el Sanatorio Británico.

 

A pesar de todo lo conseguido en tan poco tiempo y con un horizonte promisorio, decide radicarse en EE. UU. para desarrollar allí su vocación por aprender y explorar otras dimensiones de la vida humana renunciando a lo material y siguiendo el más profundo dictado de su ser, ingresa en el Riverside General HospitalUniversity Medical Center.

 

Con la formación realizada en este centro y luego de aprobar el board en medicina en Estados Unidos ejerce allí la medicina, completando diez años de estadía en dicho país. Es cuando toma otra decisión trascendente en su vida: radicarse en Costa Rica, en la comunidad rural de un poblado selvático llamado Costa Bonita. Allí desarrolla una gran labor asistencial, con elementos donados fundamentalmente por el Hospital Riverside y también por médicos de EE. UU. que colaboran con él por el aprecio que le tenían y la admiración que generaba el trabajo que estaba realizando en Centroamérica. Además de tareas asistenciales, ejerció actividades docentes, ya que muchos médicos se sintieron interesados por formarse con él, en aquel remoto sitio, atraídos por su labor humilde y desinteresada además de su talento docente y la capacidad en la atención de los pacientes.

 

En el año 1985 decide retornar y radicarse en su ciudad natal. En aquel momento fueron muy importantes el Dr. Isaac Abecasis, su amigo respetado y admirado y el Dr. Francisco Bernasconi quien con gran visión y desinterés lo invita a incorporarse a las actividades del Servicio de Clínica del Hospital de Emergencias Dr. Clemente Álvarez. Allí se destaca por su natural predisposición a la enseñanza dirigida a la formación de residentes.

 

En el año 1990 gana el concurso para Profesor adjunto de la Catedra de Clínica Médica, pero decide continuar en el Hospital como Jefe de Servicio y Director Asociado del HECA. En el transcurso de los años acompañó la puesta en marcha de iniciativas tanto suyas como de los integrantes del servicio a los que siempre escucho. Se destacan actividades de avanzada para la épo- ca como la formación del grupo Balint y el Comité de Bioética del HECA del que fue cofundador e integrante. Promovió la creación de dos cursos: “El Clínico en el Consultorio” y “El Clínico en la Urgencia” que llevan 28 y 12 años respectivamente en forma ininterrumpida y con plena vigencia. También fue miembro de la Carrera Universitaria de Post grado de especialización en Clínica Médica.

 

Siguiendo el ejemplo de sus padres fue un gran lector, amante de la naturaleza y de la música, concurriendo a los conciertos y obras presentadas en los ciclos del Mozarteum a los que habitualmente invitaba a los médicos del servicio y residentes en particular, recordando siempre la frase de Mark Twain “el médico que solo sabe medicina, ni medicina sabe”.

 

Era un clínico excepcional con una vasta ilustración académica. Tenía una destacada capacidad de observación del paciente y su contexto social y es con ese talento para transmitir su saber que aprendimos a detectar en el paciente signos que pasaban inadvertidos para la mayoría.

 

Quienes fuimos sus discípulos y compartimos actividades e historias de su extensa y rica vida, siempre recordaremos sus consejos, sus ideales de compromiso con la profesión, criticando duramente el facilismo y promoviendo el alcance de los logros a través del esfuerzo personal.

 

El Dr. Lázaro Gidekel falleció el 19 de Marzo de 2019.



Dr. Andrés Celentano
Servicio de Clínica Hospital de Emergencias Clemente Álvarez