Una historia de proteínas y narraciones

A story of proteins and narrations

 

RAÚL G KOFFMAN

raulkoffman@gmail.com

 

I:  Todos somos proteínas

La vida natural es un gran matadero. En ella se mata para comer, para vivir, para sobrevivir. Cada ser se define básicamente, como alimento para otra especie, que también lo será para otra. El ser humano que no escapa a esta ley, es además consciente de ella. Lo que implica nuevas variables:

1.    la necesidad actual de alimentos, para sí y para su cría;

2.    la necesidad futura de alimentos, por la capacidad de imaginar y prever un futuro;

3.    en sociedad, se trata de algo mas que de sobrevivir: se trata de mejorar, de desarrollarse;

4.    los otros conscientes de lo mismo, se reconocen como potenciales recursos para el crecimiento ajeno;

5.    se pasa entonces; de un “hambre de alimentos”, a un hambre de poder y control. Y a posteriori quizás, a un hambre de protagonismo y de trascendencia.

 

Y en el orden cultural, como en el orden natural; la co-operación y la competencia, se imponen.

 

 

II: Del “homo patiens” al “homo credens-sapiens”

El padecimiento, el sufrimiento, es inevitable. La conciencia, las enfermedades, el poco poder para con lo inevitable, la vida en sociedad con sus dificultades propias; son fuentes posibles de sufrimiento. Y para enfrentarlo, siempre se contó con las creencias y los conocimientos. Cada una con diferente efectividad, según sea la problemática enfrentada.

 

Las creencias, siempre absolutas y a veces ritualizadas; compitieron y aún compiten ferozmente con el conocimiento, siempre relativo e histórico. El paso de los milenios, hasta el momento, no definió un ganador: continúan compitiendo por hegemonizar las explicaciones de los hechos de la realidad y definir cuál es la verdad y qué es lo verdadero y lo falso.

 

 

III. Del “poder para” al “poder con”

Y así es como aparece en escena, el poder. El crecimiento y el desarrollo, además de las proteínas, necesita de nuevas acciones. Acciones que se desarrollan en el campo social. Y “los otros” (sean considerados semejantes o diferentes) se encuentran en el camino hacia el resultado buscado. Por lo que se instaura el “poder con” los otros (a través de la co-operación), o por el contrario, el “poder con” los otros (a pesar de los otros, buscando su utilización, descarte y hasta sometimiento al modo proteico). Fundamento básico para el inicio de cualquier guerra. “En el principio fue la acción”, decía Goethe.

 

 

IV: De sueños y relatos somos

Canciones de cuna, explicaciones diversas, poesía para expresarse, promesas para la vida y para la muerte, animismos registrados, conocimientos que se cuestionan y renuevan; todos se organizan como relatos, como narraciones. Sean épicas o amorosas, sean dramas o comedias. Con víctimas y con victimarios. Con finales felices o infelices. Finalmente, ficciones. Sin ellas es imposible vivir. Generan adicción y acción. Dan sentido y construyen los significados necesarios. Hasta justifican guerras. Las hay individuales y colectivas. Las hay religiosas y también políticas. Sin historias narrables, no hay identidad.

 

Sin ficciones no hay realidades pensables. Los seres humanos son máquinas de soñar la realidad, de construirla, de construir modelos mejores, de representarla. ¿Qué es sino la “democracia representativa?. ¿Cómo se representan “los intereses de todos”, sino con una ficción? Se legitima con actos, es cierto. Pero muchos actos también son meras actuaciones y representaciones teatrales. Y muchas legitimaciones se hacen con letras y palabras legítimamente ordenadas, seductoramente diseñadas para el engaño. Finalmente, relatos.

 

 

V: Sobre engaños y autoengaños

Proteínas creyentes y sapientes, y con poderes. Poder para ficcionar. Y desde allí, para construir o destruir; o para construirse o destruirse. Y también, en tanto máquinas de soñar; para engañar o auto-engañarse. Las ficciones son diversas, generalmente racionalmente explicativas y emocionalmente estabilizadoras. Es que el padecimiento (el del “homo patiens”) no se soporta por mucho tiempo sin producir efectos desestabilizadores.

 

Ficciones, relatos engañosos del poder para y del poder con. Relatos engañosos de auto-suficiencia, de ombligos del mundo y de imprescindibilidad. Relatos sobre elegidos. También autoengaños sobre claridades enceguecedoras. Finalmente, autoengaños necesarios en tanto estabilizadores.

 

 

VI: Sobre emociones directrices

“Cuánto mas conozco a la gente, màs quiero a mi perro” se dice. Mucha especulación y contradicciones de un lado; y mucha y pura simpleza y emoción por el otro. No por casualidad quizás, las personas prefieren hoy, vivir con animales y no con otras personas. Es que los perros son previsibles y fieles hasta el último de sus días. Pero en las personas las emociones funcionan de manera diferente, no tan simplemente como en los perros. Descontroladas son increíblemente destructivas, hasta pueden justificarse racionalmente si se utilizan para hacer el bien. Es que suelen presentarse unidas a razonamientos y convicciones, de manera tal que es a veces difícil distinguirlas. Las constructivas, suelen ser glorificadas. Finalmente las emociones gobiernan, pero en silencio. Supieron invisibilizarse y disfrazarse a la manera de los virus. Comandan acciones tras bambalinas. Y hasta se utilizan como poderosas armas para la manipulación.

 

 

VII: Conclusiones

Y mientras todo esto transcurre, se concluye que:

1.    El ser humano puede ser tanto rebelde como sometido. Y ambas posiciones se presentan, incluso en la misma persona, según sea el momento, la otra persona o la situación.

2.    El ser humano en el nombre del bien, puede generar los peores males.

3.    El ser humano no soporta su propia insignificancia.

4.    El ser humano necesita autoengañarse para vivir en paz.

5.    El ser humano es mas emocional y racionalizador, que racional.