De precientífica y pre-disciplinar
a científica y transdisciplinar
stella MaRis RoMa1,2, FeRnando adRián PéRez1,
albeRto enRique d’ottavio1,2
1 Cátedra de Histología y Embriología, Facultad de
Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Rosario
2 Consejo de
Investigaciones, Universidad Nacional de Rosario
Recibido:
10-8-2020
Aprobado para su publicación:
16-11-2020
Este trabajo realiza una reseña histórica de la Embriología desde la Antigüedad hasta el presente dividiéndola en dos etapas: una percibida como especulativo - descriptiva - pre-científica (pre-disciplinar) y otra, microscópico - explicativa - científica (disciplinar e interdisciplinar). Ambas permiten colegir diacrónicamente cómo se abordó, cambió y se trató de explicar la formación, crecimiento, desarrollo y maduración de los seres vivientes, con especial hincapié en facetas médicas, durante centenares de años. En tal sentido, teniendo la disputa entre preformismo y epigenetismo como trasfondo, destaca su evolución desde un inicio observacional hasta estos días cuando aspectos morfo, cito, histo y quimiogenéticos (moleculares) se integran entre sí y con otros campos de la ciencia. Tan prolongada y singular andadura, posibilita entender por qué esta disciplina no sólo ha devenido parte de otra más abarcadora: la Biología del Desarrollo sino que, además, puede ser vislumbrada a futuro como transdisciplinar.
Palabras clave: Historia, Embriología, Medicina, disciplinar, interdisciplinar, transdisciplinar
THE LONG JOURNEY OF
MEDICAL EMBRYOLOGY
From prescientific and
pre-disciplinary to scientific and transdisciplinary
Summary
This paper makes a historical review of Embryology from Antiquity to the Present
through dividing it into two stages:
one, perceived as
speculative - descriptive prescientific (pre-disciplinary) and other, microscopic – explanatory -
scientific (disciplinary and interdisciplinary). Both
of them allow
diachronically figuring out how it was approached, changed and tried to explain the formation, growth,
development and maturation of living beings,
with special focus in its medical
features, during hundreds
of years. In this
regard, with the dispute between
preformism and epigenetism as background, it highlights its evolution from an observational beginning to these days when morpho, cyto, histo and chemogenetic
(molecular) aspects are integrated among them and with other fields of science. Such an extensive
and singular journey makes possible to understand why this discipline has not only become part of another
more comprehensive one: Development
Biology,
but it can also be glimpsed as transdisciplinary towards
the future.
Keywords: History, Embryology, Medicine, disciplinary, interdisciplinary, transdisciplinary
El primer escrito embriológico en la Antigüedad es atribuido a Hipócrates de Cos (siglos V- IV a.n.e) quien, extrapolando a seres humanos investigaciones en aves, supuso que el embrión se desarrollaba extrayendo humedad y aliento de la madre y que el feto humano se nutría succionando sangre desde la placenta. En virtud de ello, Hipócrates podría ser reconocido como el primer embriológo y uno de los pioneros del preformismo por creer que los organismos se hallaban completos y en miniatura dentro de las entidades germinales.
Existen registros de la misma época dando cuenta de que los atomistas Leucipo de Mileto y su discípulo Demócrito de Abdera habrían defendido idéntica creencia.
Durante el siglo IV a.n.e, Aristóteles de Estagira analizó huevos de distintas aves en variadas etapas y disecó embriones de animales poiquilotermos y mamíferos, observando que los más jóvenes de diferentes especies poseían características universales y que, según envejecían, aparecían características diferenciales. En algunas biografías, se desliza que este filósofo pudo haber estudiado incluso un embrión humano, hecho extraordinario dado que los procedentes de abortos no eran entonces fáciles de conseguir. Defensor de la generación espontáneaa para determinados seres vivientes, superó enfoques religiosos, soslayó el idealismo de su maestro Aristocles (Platón) y si bien inicialmente se orientó hacia una preformación embrionaria en el huevo (primigenio preformismo ovista) previó con posterioridad la formación de los órganos desde un material homogéneo materno al que el semen proveía “forma”. Estimó complementariamente que el embrión se estructuraba por coagulación en el útero ipso facto tras el apareamiento, que los órganos se tornaban cada vez más complejos por adición gradual de partes y que la primera de ellas era el corazón (epigenetismo del gr. epi: sobre; génesis: origen).
Claudio Galeno de Pérgamo (siglo II), médico del emperador romano Marco Aurelio, vitalista (la vida nace de un principio vital inmaterial) y teleólogo (la vida es impulsada por una finalidad), publicitó cuanto se conocía acerca de lo ahora designado alantoides, amnios, corion y placenta, indagó su vinculación con la nutrición y la protección del embriofeto e hipotetizó que el cordón umbilical era necesario para la respiración.
En la Edad Media, el epigenetismo predominó en el oriente musulmán y en su zona de influencia mediterránea a través de médicos como Ibn-Sina de Afshona (o Avicena) y Constantino de Cartago (siglo XI) e Ibn al Nafis, de Damasco (siglo XIII) mientras el preformismo lo hizo en el mundo cristiano. Empero, Albertus Magnus (siglo XIII) practicó una conducta observacional aristotélica examinando embriones de pollo y pescado. Conjeturó que las mujeres tenían semillas que se coagulaban en contacto con las masculinas y que, luego, adquirían de la sangre menstrual la nutrición necesaria para crecer.
Durante la Edad Moderna, el renacentista y polímata Leonardo Da Vinci (siglos XV-XVI) disecó fe- tos humanos y mensuró el crecimiento de embriones. Fue el primero en evidenciar que éstos podían cambiar diacrónicamente de peso, forma y tamaño, haciéndolos pasibles de cuantificación.
Por su parte, el médico italiano Mateo Realdo Colombo (aka Renaldus Columbus) (siglo XVI), discípulo del médico belga Andreas Vesalius (aka Andries van We-sel), incorporó el vocablo placenta, dado su aspecto (del latín: torta circular y del griego: pastel plano).
Entre 1590 y 1608
aparecieron los primeros mi- croscopios de dos lentes, atribuidos polémicamente
a los
fabricantes holandeses de lentes Zacharias Janssen y Hans Lippershey.5
La teoría
epigenética perduraba cuando en el si- glo XVII el médico
inglés William Harvey, discípulo del médico italiano Girolamo Fabrizi
d’Acquapendente,b examinó ciervos recién apareados, disecó úteros y halló el embrión seis
o siete semanas más tarde. Harvey con firió
relevancia al líquido amniótico para la prevención de traumas fetales
y lo creía absorbido por la sangre
embrio-fetal. En su obra Exercitationes de generatione ani- malium sugirió que,
a pesar de que el semen fecundaba todo el cuerpo femenino, era el útero el único capaz de alojar
y proveer desarrollo. Impugnó el creacionismo propugnando el origen animal a partir del huevo e hipotetizó
sobre la recapitulación (la ontogénesis repite la filogénesis). Pese a que prosiguió fiel al epigenetismo, muchos de sus epígonos adhirieron a la preformación, más congruente con el mecanicismo determinista cartesiano en boga y con el uso creciente del microscopio. Los médicos Marcello
Malpighi (fundador de la Histología) y Jan Swammerdam suelen ser enrolados en el
preformismo ya que el italiano describió el desarrollo embrionario como un simple
despliegue de un organismo adulto
preexistente en miniatura, y el holandés, asumió que las mariposas adultas
estaban simplemente enmascaradas (preformadas) dentro de las orugas,
tras
verlas dobladas en
crisálidas.
Siempre en el siglo
XVII, con muchas preguntas pendientes aún por resolver y con los epigenetistas
en minoría, hubo preformistas que aseguraban que los pequeños organismos
adultos ya preexistían en los óvulos (ovismo) y otros que aseveraban que lo
estaban en los espermatozoos (espermismo).
Quienes rescatan al
ovismo como primer modelo conceptual
lo hacen basándose en que los naturalistas estaban más familiarizados con animales
jóvenes que eclosionaban de huevos y en que los gametos mascu- linos fueron inicial y microscópicamente considerados gusanos parásitos, nada
importantes para la fertilización. El sacerdote católico y filósofo cartesiano francés Nicolas Malebranche suscribió el ovismo pues valoraba que cada ser viviente provenía de
la Creación y que los futuros miembros
de cada especie estaban presentes en
el ovario de la
primera hembra.
Para este modelo,
que perduraría aún en el siglo siguiente con el biólogo suizo Charles Bonnet, estudioso
de la partenogénesis en pulgones, el líquido seminal del progenitor masculino
era necesario exclusivamente para comenzar el proceso de crecimiento en el
embrión preformado.
Lo susodicho fue
cuestionado por dos espermistas u homunculistas holandeses: el comerciante Anton van Leeuwenhoek, quien se valió de un
simple dispositivo óptico por él manufacturado, y el físico Nicolaas
Hartsoeker, inventor del microscopio simple de
barril atornillado, con su
conocido dibujo del homúnculo en la cabeza de un espermatozoo.
Esta centuria
aportó también el descubrimiento de los
folículos del ovario de mamífero en pez perro
por el médico danés Niels Steensen, quien demostró que el ovario humano era homólogo a los
ovarios de los ovípa- ros y declaró
que aquél albergaba huevos.
A su vez, en la
segunda mitad de esta centuria, el médico
holandés Reignier de Graaf observó y describió el folículo que lo recuerda como
cavidades llenas de líquido en los
ovarios de los animales y postuló, microscopio mediante, que la “semilla” provenía de los ovarios y no, del útero. Al
percibir equivocadamente la presencia
de un ente dentro de dicho folículo reforzó la teoría ovista del preformismo.
Ya en el siglo XVIII, denominado de la Ilustración, Iluminista o de la
Enciclopedia de D’Alembert e inicio
de la Edad
Contemporánea (revoluciones estadounidense y
francesa), el preformismo, profesado por el
médico suizo Albrecht von Haller, el
sacerdote italiano Lazzaro Pudding Spallanzani y el físico francés René Antoine
Ferchault de Reaumur, entre otros, terminó debilitándose a medida de que se
dispuso de mejores medios y técnicas
en microscopía.
En ese contexto, el
médico germano-ruso Caspar Friedrich Wolff,
valorado como Padre de la Embriología, rechazó la preformación.
Sumado a sus aportaciones a la embriología uro-genital (mesonefros y conductos
mesonéfricos), la disertación Theoria Generationis y el trabajo De
Formatione Intestinorum constituyen su mayor
contribución a un neoepigenetismo
pues allí sostuvo
la no preexistencia corporal en los gametos así
como su crecimiento y diferenciación progresivas desde capas indiferenciadas.
El antagonismo
entre él y el poderoso Albrecht von Haller,
más conocido y defendido por los científicos de entonces, forma parte de la
historia de la ciencia. 6
También durante este siglo, el médico holandés
Hermann Boerhaave escribió el primer relato detallado de la embriología química
en su libro Elementa Chemiae (1724)
al separar la clara de huevo, agregarle va- rios
ácidos y bases, calentarla, agitarla y hervirla a fin de apreciar los efectos de cada procedimiento sobre la albúmina.
Las diferencias
entre las circulaciones materna y fetal fueron establecidas en este período por
el médico escocés William Hunter, a menudo confundido con su famoso hermano
John.
Transitando la
contemporaneidad, el naturalista estonio Karl Reinhold Ernst von Baer describió
en Ovi Mammalium et Hominis genesi
(1827) el desarrollo de los mamíferos desde
el óvulo y probó la existencia de la
notocorda (del griego: cuerda dorsal) y de la blástula (del griego: lo que
germina o yema vegetal más el diminutivo ula). En su obra más connotada: Über
Entwicklungsgeschichte der Tiere
(1828) refutó la teoría preformista, demostrando la
inexistencia de organismo en miniatura alguno en los inicios del desarrollo y
proponiendo una opción epigenetista del mismo. Se- gún ésta, basada en juicios
ya formulados por Wolff y Pander, la ontogénesisc
evolucionaba de lo general a lo particular yendo, por diferenciación,
desde un es- tado homogéneo donde caracterizaba hojas primarias y secundarias hasta sucesivas partes heterogéneas:
los órganos. Sustentó así, entre
otros, que los caracteres generales aparecían antes que los específicos
durante el desarrollo embrionario y que
las relaciones estructurales seguían idéntico patrón. Se lo valora como crea-
dor de la Embriología Comparada por su afirmación de que los embriones divergían de modo progresivo
a partir de estadios homogéneos y de que se iban diferenciando en función de la
clasificación taxonómica; esto es, desde tipo (filo o división) hasta especie
para alcanzar finalmente los de la embriología individual.
Asimismo, muchos
autores lo consideran fundador de la Embriología Moderna, junto al biólogo
germano-letón Heinz Christian Pander, primero en formular la teoría de las
capas germinales a las que agrupó como blastodermo, y al médico alemán Martin
Heinrich Rathke, que describió las hendiduras y arcos branquiales.
Las llamadas leyes
de von Baer, fueron rescata- das por el naturalista inglés Charles Darwin en Sobre
el
origen de las especies (1859),
cuya teoría evolutiva influyó en el naturalista
alemán Ernst Heinrich Phi-
lip August Haeckel.d
El médico polaco
Robert Remake caracterizó las
tres capas embrionarias: ectodermo, mesodermo y endodermo y el médico suizo Rudolph
Albert von Kölliker descubrió que la
célula germinal masculina era
el espermatozoide.
A su vez, el zoólogo
y epigenestista alemán Os- car Hertwig,
discípulo de Haeckel, reconoció el
papel del núcleo celular en la
herencia, la reducción cromosómica durante la meiosis y la fertilización como resultado
de la penetración de un espermatozoide en el óvulo.f
Entre otros
relacionados avances decimonóni- cos,
cabe enunciar: la teoría celular de los médicos
alemanes Friedrich fteodor Schwann y Rudolf
Lud- wig Karl Virchow, y del botánico de igual nacionalidad Matthias
Jacob Schleiden, el nacimiento de la Embriología Experimental por los alemanes
Wilhelm Roux (zoólogo) y Hans Adolf Eduard Driesch (bió- logo), el aislamiento del ácido desoxirribonucleico (ADN)
por el médico suizo Johan Friedrich Miescher
y su composición química por los médicos alemanes Richard Altmann y
Ludwig Karl Martin Leonhard Al- brecht Kossel.
En las primeras
décadas del siglo XX, fueron redescubiertas las leyes de la herencia del
religioso checo Gregor Mendel y aceptada la selección darwiniana, las que, con
la vigorización gradual de la Teo- ría Celular y los nuevos datos surgidos
sobre mitosis, meiosis y estudios cromosómicos, condujeron a la asociación
entre Citología y Genética.
Durante su primera
mitad, alumbraron modificaciones significativas en el microscopio óptico en favor de sus
aplicaciones (primer binocular y
mi- croscopios
de campo oscuro, de contraste de fases, de fluorescencia, de
luz ultravioleta
y de interferencia) hasta el gran salto cualitativo que significaron
el microscopio electrónico de transmisión
(MET) y el posterior de barrido (MEB).
De igual modo, hubo renovados progresos
en otros ámbitos (técnicas
de microcirugía, método microscópico
para la observación in vivo de la circulación
sanguínea, microscopía intravital, cultivos in vitro de células
y tejidos, inmunohistoquímica) y fueron establecidas las bases de la comprensión del ciclo celular,
profundizado más adelante en el tiempo.
En este período, se sumaron: el descubrimiento
de la inducción embrionaria por el embriólogo
alemán Hans Spemann, la intervención del ARN en la síntesis proteica, la estructura
en doble hélice del
ADN por el trabajo de los Premios Nobel James Dewey Watson (biólogo
estadounidense), Francis Harry Compton Crick (físico británico),
Maurice Wilkins (físico neozelandés) y la fallecida y postergada
cristalógrafa británica Rosalind Franklin,
y la responsabilidad del ADN en
la herencia por los estadounidenses Alfred Day Hershey (químico) y Martha Cowles Chase
(aka Martha C. Epstein) (bióloga).
En la segunda mitad
de este siglo, fueron distinguidos los distintos tipos de ARN y determinados
componentes conexos, descifrado el código genético, así como evidenciadas la
senescencia y la apoptosis celulares. En realidad, esta última resucitó tras
los trabajos pioneros de los alemanes August Christoph Carl Vogt (científico)
(1842) y Walther Flemming (biólogo) (1885).
Por otra parte, el desarrollo de dos tecnologías de manejo del ADN recombinante (clonación y secuenciación)
permitió develar el genoma de
la bacteria Haemophilus influenzae y de la levadura Saccharomyces cerevisiae hasta culminar con el correspondiente al ser humano
en los albores del siglo XXI.
El 25 de julio de
1978 nació Louise Brown, primer bebé nacido por fecundación in vitro, por lo
que hoy en esa fecha se celebra el Día Internacional de la Embriología.
Asimismo, hubo
adelantos en los procesos de transferencia nuclear, el embriólogo inglés Ian
Wilmut clonó el primer mamífero, el cordero Dorset finlandés u oveja Dolly, a
partir de una célula somática adulta y el biólogo del desarrollo estadounidense
John David Gearhart identificó y aisló células madre humanas.
A lo largo de toda
esta centuria, se progresó notablemente en la explicación de los mecanismos
intercelulares e intertisulares involucrados en el desarrollo pre y postnatal
gracias a la tipificación de los genes implicados y de sus patrones de
activación es- paciotemporal.
La Biología Celular y la Embriología fueron beneficiarias de lo antedicho y de técnicas como la cromatografía, la electroforesis en gel, el
marcado isotópico, el análisis por
difracción de rayos X, el
fraccionamiento celular, la ultracentrifugación y la citometría
de flujo. A ello se adicionaron
sucesivos perfeccionamientos en el poder
resolutivo de microscopios ópticos, METs y MEBs
y se agregaron otros complementarios y/o evolucionados
como el confocal, el de iones de campo,
el de sonda de barrido, el
de efecto túnel, el de fuerza atómica, el virtual y el estereomicroscopio.
Tal conjunto de avances
posibilitó que el estudio de la célula y el origen del organismo fueran proyectado
desde su concepción clásica hasta una mucho más innovada.
Más allá del neo-preformismo de mediados del siglo XX basado
en la preformación del fenotipo
en el genotipo, el duradero
enfrentamiento entre premorfismo
y epigenetismo ha quedado saldado a la fecha en favor
de una renovada epigenética que reinterpreta conceptos conocidos
y devela mecanismos de traducción de la información genética individual. Fincada primordialmente en reacciones químicas (metilaciones, acetilaciones,
fosforilaciones e improntas) que modifican
la actividad del ADN sin alterar su secuencia, patentiza
que la herencia rebasa a los genes, con- lleva un cambio en su expresión y revela la existencia de marcas intracelulares, extracelulares y ambientales también heredables.
Excediendo lo precedente, hoy es sostenido que los organismos se diferenciarían más por
fuer- zas biodinámicas que por exclusiva información quimiogenética ya que los genes, indudables pre- servadores de la individualidad del organismo, se- rían prerrequisito necesario, pero no suficiente para la fenogénesis en la que un sustrato extragenético (citoplasma y membrana celular) cumpliría un rol nada
menor actuando de distintas
maneras en diferentes tiempos
y lugares.7
La reseña precedente,
realizada por etapas y edades históricas, permite colegir cómo se abordó, cambió
y se trató de explicar la formación, crecimiento, desarrollo y maduración de
los seres vivientes, con especial hincapié en facetas médicas, a lo largo de
centenares de años. En tal sentido, teniendo la disputa entre preformismo y
epigenetismo como telón de fondo, permite apreciar la evolución de la Embriología
desde un inicio observacional y pre-disciplinar hasta estos días cuando
aspectos morfo, cito histo y quimiogenéticos (moleculares) se han integrado
entre sí y con otros campos de la ciencia.
Tan prolongada y
singular andadura, posibilita entender por qué esta disciplina no sólo ha
devenido parte de otra más abarcadora: la Biología del Desarrollo sino que,
además, puede ser vislumbrada a futuro como transdisciplinar.g,8
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Actual Med 103:
48-48, 2018.
a Esta teoría, aplicada a insectos, gusanos, sapos y ratones por su “aparente nacimiento” de sitios putrefactos o húmedos, pervivió desde Aristóteles hasta su refutación por Francesco
Redi, Lazaro Pudding Spallanzani y Louis Pasteur (siglos
XVII a XIX).
Entre otros, fue sostenida por René Descartes, Jan Baptiste van
Helmont, Francis Bacon e Isaac Newton (siglos XVI a XVII).
b Según
determinados historiadores, este médico con tendencias preformistas, merecería
ser rotulado como precursor de la Embriología por sus textos: Sobre el feto formado y Sobre el desarrollo del huevo y el
pollo.
c Fenogénesis es
la propuesta designación actual.7
d Si bien los médicos John Hunter (escocés, siglo XVIII) y Carl
Friedrich von Kielmeyer (alemán, siglo XIX) se anticiparon al polémico Haeckel
aseverando que la ontogenia recapitulaba la filogenia en versión abreviada
(teoría de la recapitulación) fue él
quien la sistematizó y difundió ampliamente. Hoy
desacreditada, es la biología evolutiva del desarrollo (o evo-devo) la
que compara el desarrollo de diferentes organismos, estudia cómo han
evolucionado, haciendo foco especial en la base genética de las estructuras
fenotípicas, su cambio evolutivo y el surgimiento de nuevas estructuras. En
suma, se ocupa de cómo los cambios en el desarrollo embrionario durante una
sola generación se relacionan con los cambios evolutivos que ocurren entre
generaciones
e Algunos
trabajos atribuyen ese mérito a Pander.4
f Ovocito
secundario en metafase II según se lo conceptúa a la fecha, desestimando la
existencia de un óvulo en tanto tal.
g Este planteo la entrelaza con disciplinas fundamentales y
aplicadas con las que interactúa en el eje clínico-quirúrgico (Gené- tica inclusive) a las que suman Ética, Bioética
y Deontología. La transdisciplina atraviesa y excede a la interdisciplina por: (a) la eventual
incorporación futura de otras disciplinas existentes (aún no incluidas) o
potenciales (por hallarse en ciernes o por ser todavía ignotas); (b) la
supresión de jerarquías entre ellas; (c) el mutuo enriquecimiento
disciplinar-transdisciplinar, y (d) la mayor unificación posible lingüística y
de marcos teóricos. De resultas de ello, habilita el abordaje de realidades
complejas en distintos niveles,
la compleción de vacíos informacionales, la construcción de nuevos conocimientos y teorías y para ciertos autores hasta un naciente competition corpus.