Rev. Méd. RosaRio 87: 97, 2021
POR QUÉ DECIDÍ TRABAJAR EN MI PAÍS
aRiel sánchez*
Centro de Endocrinología, Rosario.
Muchos conocidos y amigos, sabiendo que pasé pués laureada con el Premio Nobel. La visa me permitía
unos años estudiando en los Estados Unidos, me pre- quedarme un año más. Y yo recibí varias invitaciones de
guntan por qué no me quedé allá para desarrollar mi profesores que me animaban a hacer un Fellowship por
vida profesional. Me recibí de médico en 1969. Tres dos años, con posibilidad de iniciar posteriormente una
años antes tuve la suerte de recibir una invitación del carrera académica en docencia e investigación.
Departamento de Estado (equivalente a nuestro Mi-
Comencé a sopesar mis posibilidades: echaba mu-
nisterio del Interior) de los Estados Unidos para visitar cho de menos a mi familia y amigos. Era soltero (con-
ese país. Ocurre que yo integraba un equipo de uni- dición que no ha cambiado) y tuve que poner eso en
versitarios de distintas carreras; hacíamos tareas de ex- consideración. Un hermoso día domingo de primavera
tensión académica y cultural en escuelas y facultades, estaba en una plaza cercana a mi departamento, admi-
y organizábamos actos culturales abiertos al público en rando los canteros llenos de flores, viendo los pájaros
general. Llegamos incluso a publicar una revista que se que caminaban por el césped y revoloteaban alrededor,
llamó “Lambda”. En Rosario funcionaba una oficina del y ahí supe que ese lugar nunca sería el mío, porque ig-
USIS (United States Information Service) y su Director, noraba los nombres de lo que me rodeaba. Armé un pe-
Mr. Kibble, quedó muy impresionado por la labor que queño poema, que transcribo a continuación:
desarrollaba ese equipo. Ofreció una beca, hicimos un
sorteo, y yo salí favorecido.
Ignoro el nombre de estas flores,
de estos árboles,
de este enorme pájaro azul
que me mira desde el suelo,
desafiante.
Extraño la tierra en que crecí,
donde todo es misteriosamente mío
porque puedo decir ombú,
calandria, ceibo…
Quien elige contemplar un paisaje sin nombres,
está soltando su última amarra
y oscurece su íntimo sol.
Mi visita a los Estados Unidos formando parte
de un grupo de estudiantes latinoamericanos me abrió
un panorama hasta entonces impensado: visité la Casa
Blanca, donde nos recibió Robert Kennedy, Fiscal Ge-
neral; el Congreso, donde conocí al Senador Fulbright
(
el de las famosas becas); el Banco Interamericano de
Desarrollo y el Banco Mundial; escuché luego de una
cena un discurso de Martin Luther King; visité las más
prestigiosas universidades… Ahí surgió mi propósito de
hacer estudios de postgrado en Norteamérica, lo que
pude concretar en 1971. Me quedé durante 4 años de
internado y residencia para especializarme en Medicina
Interna y Endocrinología. Hacía consultorio de Tiroides Esos versos explican por qué me volví a la Argentina en
en el laboratorio que dirigía la Dra. Rosalyn Yalow, des- 1975. Nunca me arrepentí de esa decisión.
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