Rev. Méd. RosaRio 88: 43, 2022
OBITUARIO
Isaac Abecasis
Triste y glacial inmortalidad la que otorgan las efemérides, los diccionarios y las
estatuas; íntima y cálida la de quienes perduran en las memorias, en el comercio huma-
no, protagonistas de anécdotas cariñosas y de frases felices.
Jorge Luis Borges
Isaac Abecasis fue un médico en el sentido más am- comprendiéramos por fin que todas las enfermedades
plio y cabal de la palabra. Dotado de una inusual capaci- son psicosomáticas y que la dicotomía psiquis/soma no
dad de percepción, a través de la escucha atenta, de la mi- es más que una falacia que nos ha sido impuesta y de la
rada penetrante, pero cálida y empática y de una reflexión que nos tenemos que deshacer para poder comprender
inteligente a flor de labio, establecía relaciones profundas al ser humano que sufre.
y afectuosas con pacientes, con colegas y con discípulos.
No le faltaron detractores que puestos en eviden-
Su conversación sobre los temas más variados resultaba cia en su propia mediocridad por su brillo intelectual,
para el interlocutor circunstancial, una experiencia única no tuvieron más remedio que combatirlo. Siguió ade-
y conmovedora. Escucharlo en una conferencia, comen- lante con convicción y honestidad y no se detuvo en
tar con él un libro o una película, o simplemente com- disputas menores. Se definía a sí mismo como un lector
partir un café y una charla distendida, siempre sorprendía empedernido y también como un recetador de libros. A
con una definición o una interpretación suya inesperada menudo recomendaba a sus pacientes un libro, un poe-
que formulaba como al descuido pero que iluminaba y ma o una película como forma de mostrarles como ante
estimulaba la inquietud por saber más.
un espejo, la esencia de su padecimiento y acaso el ca-
Su vasta cultura se le notaba a primera vista, como mino hacia la curación. Su capacidad narrativa resultaba
un ropaje cotidiano, pero nunca hacía gala de ella. No fascinante y cuando relataba la trama de un cuento o de
necesitaba mostrar lo que resultaba evidente y lo que una novela su palabra se convertía en una invitación al
vivía y manejaba con absoluta naturalidad. Era un hom- descubrimiento o a la relectura.
bre que perseguía ideales y como tal, que se frustraba a
Isaac Abecasis se fue el 26 de diciembre de 2021,
veces. Su respuesta en esos casos no era la crítica ni el dejándonos muchas cosas inolvidables. Para los médi-
reclamo airado; optaba más bien por el retiro silencioso cos, en especial para los clínicos como yo, uno de sus
y sufría por ello sin decirlo a nadie.
legados más profundos fue su perfil psicopatológico del
Así fue que se alejó tempranamente de la Univer- médico. El médico –decía– es un caracterópata obsesi-
sidad y ésta fue una pérdida enorme para nuestra Fa- vo, con fuertes rasgos maníacos sobre un fondo profun-
cultad de Ciencias Médicas que hubiera tenido en él a damente melancólico. Y nos explicaba: su obsesividad lo
un profesor de excepción. El hecho no le impidió atraer lleva a estudiar toda la vida, sin poder darse nunca por
hacia sí a gran número de discípulos, que habiendo ad- satisfecho; su megalomanía, a albergar el delirio de ven-
vertido su brillantez lo siguieron con notable fidelidad a cer a la muerte; y su melancolía, a sentirse culpable por
lo largo de años y en algunos casos, durante toda su vida no haber sido capaz de hacer más y más, hasta alcanzar
profesional. Ese grupo de jóvenes fue el germen de la lo imposible.
Sociedad Psicosomática de Rosario, que fundó y dirigió
Tengo para mí que con esta breve semblanza del
por mucho tiempo, promoviendo a través de ella la Me- médico, Isaac nos dejó, como un regalo secreto, su pro-
dicina Psicosomática, que –con un dejo de ironía que pio autorretrato.
le era muy característico– definía como un movimien-
to político destinado a desaparecer cuando los médicos
Aꢀꢁꢂꢃꢄꢅ A. Gꢆꢄꢁꢇ
REVISTA MÉDICA DE ROSARIO
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