Rev. Méd. RosaRio 88: 92-97, 2022
tamaño para convertirlos en violonchelos de acuerdo currencias, aunque menos devastadoras, más que nada
con el patrón desarrollado.
en la zona mediterránea, en la medida que a la región
arribaban personas carentes de inmunidad.
–No entiendo.
–Cuando nos infectamos con un microbio el cuer-
po desarrolla una respuesta defensiva que permanece
almacenada cual especie de recuerdo, por si nos volvié-
–
–
–
–
–
–
¡Nosotros también tenemos nuestra historia!
Mucho más placentera, por cierto.
Tengo otra pregunta en el tintero.
Que salga a la luz, pues.
¿Por qué la segunda gran plaga?
Es que la peste bubónica no fue la primera en- ramos a topar con ese agente.
fermedad generalizada con la que se topó este mundo
más próximo.
–¿Y entonces?
–Llegado el caso, nuestro organismo responderá
rápida y consecuentemente la nueva infección será de
–
–
¿Hubo otra?
Vaya uno a saber cuántas. La historia escrita da poca monta… nos habremos vuelto inmunes.
cuenta de una anterior, llamada la plaga de Justiniano,
que se había extendido por el Imperio Bizantino entre
los años 541 y 542.
–Ahora sí.
–Por razones que siguen sin aclararse, cierto es que
alrededor del año 750, la enfermedad cesó de propa-
garse.
–
–
¿Justiniano fue el emperador de Oriente?
Ciertamente, en su empresa de reunir al Imperio
–Para bien de la humanidad.
Romano, para el 540 había conquistado todo el norte
–Ya lo creo, de todos modos, aquella plaga tuvo
de África y Italia. Sus ejércitos marchaban por el norte un gran impacto en la historia de occidente. Justiniano
de Italia, Francia, Bélgica, Suiza occidental, incluso re- estaba a punto de reunificar los Imperios, pero la peste
giones de los Países Bajos y Alemania; pero fueron frena- se lo impidió, por así decirlo.
dos por un contraataque, porque las tropas habían sido
menguadas por la plaga.
–Al fin y al cabo, estas enfermedades han tenido
una notoria influencia sobre el devenir histórico de las
–
¿Se trataba de la misma enfermedad del siglo distintas civilizaciones.
XIV?
–Estoy absolutamente convencido de eso, ejem-
–
–
Aparentemente sí.
plos abundan. Sin ánimo de seguir cargando las tintas le
Había comenzado en Egipto y luego se disper- cuento que el mismo Pericles falleció durante la plaga de
só, a través de los barcos transportadores de granos que Atenas en el año 429 antes de Cristo.
también llevaban ratas y pulgas. Desde el Imperio Bi-
zantino se extendió tan al norte como Dinamarca mien-
tras que hacia el oeste llegó hasta Irlanda.
–¿Aquel del Siglo de Oro?
–El mismo que viste y calza. Según Tucídides, su
desaparición fue un desastre para Atenas, habida cuenta
que sus sucesores no estaban a su altura. En sus textos,
–
–
¿Tuvo la misma gravedad?
Durante su apogeo, la virulencia fue casi tan des- el escritor anticipa lo que será el fin de la gloria y mag-
tructiva como la peste bubónica. Según el historiador nificencia de la ciudad.
bizantino Procopio, esta plaga mató a 10.000 personas
por día en Constantinopla. La precisión de una esta- miento.
dística de tantos siglos atrás no se puede verificar; otros
–Me quedo con el medio vaso lleno del Renaci-
–Es que el arte también ha servido de alivio para
sostienen que el número más cercano habría sido unos los dolores de la vida, su gran objetivo a la postre es la
.000 diarios. persona humana.
–Dentro de las 4 últimas canciones de Richard
Aproximadamente el 40 por ciento de los habi- Strauss, una de ellas es la síntesis poético-musical más
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–
–
Lo cual sigue siendo un horror.
tantes de Constantinopla y hasta el 25 por ciento de perfecta, para mi gusto, de los sentimientos experimen-
la población del Mediterráneo oriental podría haber tados por alguien que ve la bandera de llegada.
muerto durante esta primera ola de la plaga. Los cuerpos
quedaban apilados al aire libre porque los espacios y los
enterradores no daban abasto.
–¿Estamos hablando de Im Abendrot?
–Si claro, con el texto del poeta Joseph von Ei-
chendorff.
–En verdad Strauss allí alcanza un nivel superlati-
–
–
¿Y un buen día desapareció?
Lamentablemente con esta plaga, se dieron re- vo en su andanada lírico-espiritual postromántica.
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REVISTA MÉDICA DE ROSARIO