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Rev. Méd. RosaRio 89: 60-61, 2023
EN DEFENSA DE LOS REPORTES DE CASOS Y LAS SERIES DE CASOS
alejandRo j. GaRcía
Miembro del Comité Editorial de la Revista Médica de Rosario
Cuando leemos trabajos cientícos y prestamos
atención a los niveles de evidencia se establece que el
mayor nivel está dado por trabajos controlados, aleato-
rizados, prospectivos, y los metaanálisis basados en los
mismos. Siguen en valoración los estudios de cohorte de
correcto diseño; algo más abajo los casos controlados re-
visados de manera sistemática; siguen las series de casos
y reportes, y por último la opinión de expertos. ¿Esto
signica que no hay que prestar atención a los reportes
y basarse en los trabajos de mayor nivel?
Los estudios y metaanálisis cumplen una función
imprescindible en nuestra era de medicina basada en la
evidencia, en el desarrollo de conocimientos nuevos y
revisión de pautas ya establecidas, nuevos tratamientos,
métodos de estudio, descripción de patologías, etc. No
siempre se pueden aplicar a todas las situaciones de la
medicina. En el otro extremo los reportes brindan una
descripción que puede o no tener trascendencia y au-
mentan su valor si se acompañan de una adecuada revi-
sión de la literatura.
Los reportes y series pueden tener valor como dis-
paradores para ulteriores investigaciones o generadores
de hipótesis. No así para generalizar conclusiones sobre
etiologías, respuestas a tratamientos, etc. Para estos ob-
jetivos, por supuesto, hacen falta estudios más sostica-
dos como los de prevalencia, casos controlados retros-
pectivos, estudios de cohorte longitudinales prospecti-
vos y ensayos clínicos. De todos modos, y sin ignorar
sus limitaciones, las ventajas de los reportes residen en el
costo reducido de realización y la facilidad de hacerlo en
el medio asistencial u hospitalario.
Como profesionales que estamos en “el campo de
batalla” de la medicina diaria en consultorio o en el hos-
pital, a veces nos encontramos ante situaciones que no
habíamos visto con anterioridad, y en estos casos nos es
muy útil lo que podemos recoger de casos publicados
similares.
Por ejemplo, un colega me comentó que reciente-
mente le tocó ver en terapia intensiva un paciente diabé-
tico tipo 1 tratado con SGLT2. La idea inicial del médi-
co que lo envió fue de una acidosis metabólica asociada
a sepsis en paciente diabético de probable origen urina-
rio. No había, aparte de la descompensación, otro dato
que abonara un origen infeccioso. Uno de los intervi-
nientes recordó el artículo publicado en RMR sobre aci-
dosis euglicémica en diabetes tipo 2 asociada a SGLT2
1
que resultó ser el diagnóstico correcto de acuerdo con la
evolución y resultado de los estudios.
Otro comentario, sobre una situación acaecida
hace unos años, en la cual un paciente llevó a su médi-
co una historia clínica de una familiar de alrededor de
40 años que presentó un cuadro psicótico agudo. Éste
fue transitorio, pero posteriormente agregó convulsio-
nes, trastorno de conocimiento en distintas etapas tras
lo cual deterioró su situación neurológica y falleció. Los
estudios disponibles en esa época: RNM, EEG, estudios
de LCR, laboratorio inmunológico y metabólico no
aportaron un diagnóstico. El familiar pidió una opinión
y con los datos disponibles no se pudo dar una respuesta
precisa. Tiempo después se describió mejor la llamada
encefalitis límbica y su relación con distintos anticuer-
pos que orientan a distintos cuadros paraneoplásicos.
editoRial
REVISTA MÉDICA DE ROSARIO 61
Cuando el clínico consultado leyó la presentación en
seminario de AMIR de un caso de encefalitis y revisión
de la bibliografía,
2
recordó esa paciente y surgió que po-
siblemente pudo haber estado involucrada una compli-
cación paraneoplásica, sin descartar posibilidad de pro-
bable cáncer de ovario con anticuerpos anti hu; no solo
eso, sino que también pudo haber habido alguna chance
terapéutica.
Los mecanismos con los que los clínicos llegan a un
diagnóstico están ligados a diferentes procesos de pensa-
miento. Uno es el pensamiento rápido, utilizado muchas
veces por clínicos más experimentados y basado en reco-
nocimiento de patrones (por ejemplo rash en un paciente
con varicela reconocible en una primera vista); y otro en
pensamiento más lento o arduo, la típica enumeración de
posibles etiologías en un seminario clínico con conside-
ración de datos a favor y en contra. En este caso también
se llegó a un diagnóstico posible, no tanto debido a expe-
riencia, sin la evocación de un reporte de caso. La literatu-
ra, sobre todo sajona, habla de heurística que se puede ver
como un atajo del razonamiento con utilidad práctica. El
mecanismo por el que se trae a colación un determinado
artículo puede ser incitado por distintas causas: la rareza,
la similitud o con una situación similar, lo reciente de la
lectura, etc. Pero no hay duda de que el reporte es una
herramienta de mucha utilidad.
Muchas veces no es necesario que los casos coinci-
dan totalmente con lo que estamos considerando en un
paciente en particular. Un ejemplo de esto me sucedió
con un paciente con neuropatía periférica y lipoderma-
toesclerosis en miembros por secuela de trastornos ve-
nosos. Dicho paciente obtenía mejoría con compresas
frías en los miembros. Esto me trajo a la memoria un
caso publicado sobre eritromelalgia, por lo que incluí
esta entidad como diagnóstico diferencial, que, si bien
nalmente fue descartado, fue útil para considerar desde
distintos ángulos el problema y jar los conocimientos
como herramienta para utilizar en otros casos.
Los reportes y series de casos brindan evidencia de
menor calidad, pero no signica que no deban tenerse
en cuenta, sino que el grado de recomendación es más
débil comparado, por ejemplo, con los estudios más
elaborados importantes sobre todo para la elaboración
de conocimiento nuevo y para recomendaciones basa-
das en evidencia. Por este motivo, hay quienes tienen
en poca estima los reportes de casos, pero en la práctica
médica diaria no siempre nos manejamos con estos pa-
rámetros; y ante una situación clínica particular puede
tener muchísima importancia el conocimiento deriva-
do del análisis de un reporte en particular.
Por último, quiero mencionar un trabajo publi-
cado en 1981 por el Center of Disease Control en Es-
tados Unidos sobre neumonía por pneumocystis
4
en
donde se informa de 5 pacientes homosexuales varones
con dicha patología. Fue el primer reporte sobre SIDA
de la literatura mundial.
Para que una publicación cientíca como la Re-
vista Médica de Rosario sea considerada, debe incluir
un número mínimo de trabajos cientícos originales.
Estos deberían ser el pilar fundamental de nuestros
contenidos. De todos modos los reportes siguen sien-
do una parte importante de la literatura; por ejemplo
la prestigiosa Annals of Internal Medicine creó una divi-
sión independiente especial de la publicación (Annals
of Internal Medicine Clinical Cases) dedicada a presen-
taciones de casos clínicos. Dicha sección está regida
por arbitraje por pares, brinda información rigurosa y
de importante contenido didáctico, y resalta presenta-
ciones no usuales, desafíos diagnósticos y terapéuticos,
así como los nuevos enfoques que los reportes pueden
proveer.
Por lo señalado, desde el Comité Editorial conti-
nuamos convocando a la comunidad médica global y de
nuestra área a participar mediante este tipo de trabajos e
invitamos a nuestros lectores a considerarlos y enviar las
opiniones que los mismos les merezcan.
Referencias
1. Laurenti MdlN, Pites N, Fruci L. Cetoacidosis diabética
euglucémica secundaria al uso de dapagliozina. Rev Med
Rosario 83: 79-82, 2017.
2. Dip P, L’heureux L, Atum Y, y col. Paciente joven con cua-
dro subagudo de alteraciones neuropsiquiátricas. Rev Med
Rosario 83: 26-35, 2016.
3. García M, Kablan P. Eritromelalgia: ciclosporina, gabapenti-
na y buomedil, alternativas terapéuticas para una enferme-
dad con pocas opciones. Rev Med Rosario 86(1), 2020.
4. Gottlieb MS, Schanker HM, Fan PT, y col. Pneumocystis
pneumonia. Los Angeles, Morbidity and Mortality Wee-
kly Report 30: 250-252, 1981.