Rev. Méd. RosaRio 89: 75-85, 2023
REVISTA MÉDICA DE ROSARIO82
Por otra parte, durante el año en análisis se evidenció
un predominio de casos conrmados en mujeres (51,4%).
Estos datos coinciden y pueden explicarse a través de dis-
tribución poblacional de la Región de las Américas donde
existe un 51% de personas de sexo femenino.
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A pesar de
ello, cuando se consideran los mayores impactos a causa
del COVID-19 la situación con respecto al sexo se mo-
dicó. De esta manera, los porcentajes de personas inter-
nadas, ingresadas UCI y fallecidas a causa de la enferme-
dad pasaron a ser mayores en varones. La diferencia más
marcada se observó en las muertes donde el porcentaje de
varones ascendió al 56,8%. En concordancia con estos re-
sultados, distintas investigaciones que involucraron la vi-
gilancia epidemiológica en varios países han demostrado
que existe una mayor severidad de la enfermedad y la tasa
de mortalidad en los varones respecto de las mujeres.
11,29-31
Al respecto, se ha conrmado una razón general de 1/4 de
mortalidad masculina sobre la femenina para una pobla-
ción de 100.000 personas. Ahora bien, esta proporción se
va intensicando a medida que aumenta la edad, en tanto
para el grupo etario entre los 60 y 69 años la razón fue de
2/6 y de 1/65 en personas mayores a 80 años.
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En torno a esta situación se han presentado algu-
nas hipótesis que pueden explicar las diferencias entre
hombres y mujeres frente a la COVID-19. En primer
lugar, se destacan los factores de riesgo comportamen-
tales (incluido el consumo de tabaco y alcohol), el esti-
lo de vida, la ocupación, el uso de medicamentos y las
hormonas sexuales.
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En segunda instancia, el sistema
inmunitario adaptativo de los hombres envejece mucho
más rápido que el de las mujeres. A su vez, las mujeres
tienen un sistema inmunitario adaptativo muy robusto
(muchos de cuyos genes se alojan en el cromosoma X).
En efecto, cuando se estudia en detalle la respuesta in-
mune al COVID-19 en mujeres comparando con hom-
bres, se observa que la respuesta adaptativa de éstas es
más completa.
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Mientras que, en hombres, sobre todo a
partir de los 65 años, es más potente la respuesta innata,
llegando en muchos casos a provocar una tormenta de
citoquinas y un shock séptico que podría terminar con
la internación del paciente y causar su muerte. Sin olvi-
dar que existen otros factores de riesgo de comorbilidad
para la mortalidad en COVID-19, como las condiciones
preexistentes de los pacientes con hipertensión arterial,
enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedad
pulmonar obstructiva crónica, entre otras.
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Todo esto
explicaría el mayor número de muertes que se produce
en los hombres que fue descrito en el punto anterior.
En relación a la edad, los datos recolectados evi-
dencian que los porcentajes para los grupos etarios de-
nidos entre las personas menores y mayores de 60 años
se modican en función del evento analizado. Es decir,
cuando se tuvo en cuenta el número de casos conr-
mados, la gran mayoría (84,6%) pertenecían al grupo
de menores de 60 años. Esto puede deberse a cuestio-
nes relacionadas a una mayor acumulación de personas
para la franja de edades comprendidas entre los 18 y los
60 años, pero también a las políticas en materia laboral
que rigieron durante el año 2021. En este marco, según
el Resolución Conjunta 4/2021 (Ministerio de Salud y
Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social) los
empleadores podían convocar al retorno a la actividad
laboral presencial a quienes hubieran recibido al menos
una dosis de cualquiera de las vacunas contra el CO-
VID-19, independientemente de la edad y la condición
de riesgo.
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Esto podría haber marcado una diferencia
entre los grupos etarios, en virtud que una buena parte
de la población de más de 60 años se encontraba jubi-
lada y, por lo tanto, podía evitar ese tipo de contacto
social. Por su parte, para muchos de los que se encontra-
ban dentro del mercado laboral la pandemia signicó el
cese de sus actividades. Al respecto, un estudio llevado
a cabo con adultos mayores que se encontraban traba-
jando al comienzo de la pandemia en los principales
centros urbanos de la República Argentina indicó que
el 71% de los participantes tuvo que dejar de hacerlo
porque el contexto sociosanitario afectó o imposibilitó
poder seguir desarrollando sus tareas laborales.
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Ahora bien, cuando se analizan los datos sobre
internaciones y fallecimientos los porcentajes para el
grupo de mayores de 60 años ascendieron a 63,8% y
74,6%, respectivamente. Estos resultados permiten rati-
car las consecuencias negativas del COVID-19 en esta
franja etaria. Las principales razones por la que se ha
producido este fenómeno radican en que las personas
de edad avanzada están en mayor riesgo de presentar
complicaciones graves dado que el sistema inmunitario
se debilita cuando se envejece.
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Además, aproximada-
mente el 66% de las personas de mayor edad tienen al
menos una enfermedad preexistente, lo que incrementa
el riesgo de que sufran los efectos graves.
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A pesar de la vulnerabilidad de las personas mayo-
res frente al virus, los resultados también permiten iden-
ticar un buen porcentaje de menores de 60 años inter-
nados (36,2%) y fallecidos (26,4%). Si bien no se trata
de un grupo homogéneo, existen al menos dos razones