Fantasías con el Cello

Oscar Bottasso *

Reciprocidades entre música y enfermedad

- ¿Perdón, llegué en un mal momento?

-Nada de eso, pase por favor.

-Se lo ve tan absorto que por un instante pensé en pegar la vuelta.

-Aquí me ve, repasando el recitativo arioso de Felipe II en el cuarto acto de Don Carlo.

-¡Grandioso! Su interés es muy entendible, el comienzo con un largo preludio a cargo del cello embelesa a cualquiera que sepa apreciar la buena música.

-Es parte de nuestro métier; le confieso que me parece una pieza casi patética. Espero acertar con las palabras… Muy ilustrativa del estado de ánimo y la amarga sensación que envuelve al Rey.

-Así es, para mi gusto Ella giammai m'amò es el aria más conmovedora que Verdi escribiera para un bajo; una representación soberbia de la soledad humana. En lo personal, sólo Mussorgsky podría habérsele equiparado.

-Por otra parte, la escena está bien ambientada porque deja entrever un hombre que ha estado trabajando durante la noche y de repente lo sorprenden las primeras luces del día, preso de sus cavilaciones.

-Cuánta ironía, porque ese Rey que controla casi la mitad de Europa ha cometido el traspié de casarse con una mujer mucho más joven, y debe digerir la falta de amor para con él, un hombre ya maduro.

-Analizando la partitura, es claro que los acordes incluso son solemnes y el tempo es lento.

-No obstante, en algunas frases se denota la condición real.

-Es cierto, pero el tono reflexivo se vuelve a hacer presente, con un cello que nunca deja de acompañar.

-Puedo entender la complacencia de ustedes, porque la elección de ese tipo de cuerda es acertadísima. Hay que poner oscuridad, se trata de un soberano cruel, víctima de sus años, su propio destino y su naturaleza psíquica.

-No sé usted, pero se me hace que la misma melodía da cuenta de un cansancio.

-Y sí, el monarca ha perdido vitalidad, tiene la percepción de una muerte no muy lejana y por si no fuera suficiente sufre la imposición del poder eclesiástico, que extiende sus tentáculos hasta su mismo trono para tensar aún más la cuerda.

-Flor de encerrona.

-Ya lo creo, el gran inquisidor es una figura inflexible, sombría, obstinada, que lo va cercando hasta casi no dejarle respiro.

-Un orrore bien Verdiano

-No le quepan dudas. Felipe se siente atormentado por partida doble.

-Se me hace que un Verdi más joven quizás no hubiera podido musicalizar esa situación del modo magistral en que lo hizo.

-Estamos hablando de un compositor que se va aproximando a su cima y además ha tenido que lidiar con este tipo de intrigas. Un poderoso rodeado de hombres silenciosos capaces de traicionarlo, que habla consigo mismo como único consuelo en un mundo tan impiadoso como él.

-Cuando a usted le mencionan a Don Giuseppe es como si le dieran cuerda.

-Alguien muy querido y admirado.

-No me caben dudas… Digresión aparte, caigo en la cuenta de que no lo he saludado.

-Y yo tampoco; pero no me parece que revista gravedad. Siempre es un gusto transitar por estos lares.

-Una bocanada de música no se le niega a nadie.

-A propósito de eso, sabía que el término griego mousike originalmente designaba todas las formas de arte incluyendo la ciencia.

-No tenía ese dato.

-Fue recién alrededor del año 500 a.C. cuando su significado pasó al actual

-Desde mi rincón melódico, probablemente sea ésta, entre todas las formas del arte, la que estimula a las personas de una manera tan particular.

-Yo diría que se apodera del corazón con mayor intensidad y a la vez consuela el alma.

- ¿Por qué será que la música como fenómeno físico posee esos poderes?

-No está del todo claro, mi estimado, pero quizás tenga que ver con el hecho de que un par de millones de años atrás, el Homo sapiens usaba el canto como un medio de comunicación.

- ¿Cree usted que por ahí arrancó la cosa?

-Puede haber sido el comienzo. Y aunque este lenguaje posteriormente tuvo que ceder camino a otro intelectualmente mucho más estructurado, de alguna manera permaneció profundamente arraigado en nuestro interior.

-Admisible. Por lo que uno ha visto, siempre que la música se hace sentir, las personas perciben un mensaje trascendente y muy a menudo conmovedor.

-Por cierto, y recorriendo la historia resulta claro que aquellos cuya capacidad les permitió crear una composición excelsa alcanzaron un sitio muy singular, hasta casi olímpico.

-Una suerte de deidades vivientes.

-Pero de condición humana y como tales sujetos a la muerte. En algunos casos muy lamentable, pues el deceso del artista se produjo a una edad donde todavía le quedaba mucho camino por delante.

-Pienso en Pergolesi.

-Un caso de lo más representativo. Casi siempre estos fallecimientos prematuros se relacionaron con enfermedades infecciosas. Es más, los siglos durante los cuales la música logró un gran desarrollo estuvieron signados por pestilencias muy amenazantes, grandes causales de muerte en la población global.

-Pero eso ya no es tan así.

-Afortunadamente. El gran triunfo sobre las enfermedades infecciosas se produjo en el siglo pasado, concretamente entre las décadas de 1930 y 1940, sobre todo a raíz de la introducción de tratamientos muy efectivos como la penicilina.

-Casi una paradoja.

- ¿Respecto de qué?

-Precisamente para ese momento la gran música había llegado a una etapa donde los estándares de la estética y belleza tradicional habían sido reemplazados por un orden donde entraban a tallar otras propuestas poco o nada clásicas en el sentido tradicional, por así decirlo.

-Adhiero a la idea de un cierto contrasentido. Pero así es la historia.

-En los relatos que uno ha podido oír, se habla mucho de la peste.

-Oh sí. La epidemia que se suscitó en el norte de Italia entre 1629 y 1631, a menudo denominada la gran plaga de Milán, se cobró la vida de aproximadamente 280.000 personas; la mitad de los milaneses, por ejemplo, y de ahí la designación.

-La gente debe haber sido presa del pánico.

-A no dudarlo. Le paso un dato muy ilustrativo. Décadas después, en 1683, se produjo otro brote en la pequeña aldea sajona de Niederzimmern de lo que hoy es Alemania.

-¿Y entonces?

-La alarmante noticia se extendió rápidamente a las ciudades vecinas más populosas como Erfurt y Eisenach. Los ayuntamientos crearon una especie de vigilancia militar en los caminos que conducían a Niederzimmern a fin de que los lugareños de allí no pudiesen arribar a las localidades aún no afectadas.

-¡Qué lamentable decisión!

-El miedo todo lo puede. Pero a pesar de las precauciones, Erfurt fue invadida por la peste que la golpeó con todas sus fuerzas.

-¿Y Eisenach?

-Pues en este caso, y para bien de sus habitantes y la música toda, las medidas resultaron ser muy beneficiosas. Debido a ello, dos años después se produjo el nacimiento de Johann Sebastian Bach, cuyos padres evidentemente estuvieron a salvo de los embates del flagelo.

-Lo que se dice una nota de color.

-Mejor de salud, pero dejémoslo ahí. El anecdotario de este gran genio es muy frondoso.

-Schubert también falleció joven.

-Es cierto. El hombre sufría de sífilis, pero murió de salmonelosis.

-Si me lo aclara un poco, no me disgustaré.

-Durante toda su vida fue perseguido por presentimientos de la muerte, reflejados en su música.

-Sí, claro, sus canciones abordan frecuentemente esos temas, vienen a mi memoria Die Winterreise y Der Tod und das Mädchen

-Exactamente.

-Perdón por la intromisión.

-Nada que disculpar. Schubert se habría infectado en 1818 con Treponema pallidum, el microorganismo causante de la sífilis, cuanto contaba con 21 años. Presumiblemente no tenía romances y tampoco se conserva carta de amor alguna; con lo cual se debe haber contagiado en algún prostíbulo.

-Sus obras encierran una gran musicalidad y cuota de ternura.

-Un gran romántico. Como muestra de ese ímpetu, al producirse la muerte de Beethoven el 25 de marzo de 1827, Franz fue uno de los portadores de la antorcha en el funeral, sin imaginarse que un año y medio después sus restos también serían depositados en el cementerio de Währing, próximo a Viena.

-Casi premonitorio.

-¡Sabe que sí! Un tiempo antes el joven había comenzado a empeorar con sus cefaleas, caída del cabello, la fiebre y lesiones cutáneas, con lo cual decide mudarse a la casa de su hermano Fernando, en un nuevo suburbio de Viena, hoy Kettenbrückengasse 6.

-Acaso para tener mayores cuidados.

-Supuestamente sí, pero parece ser que el agua para beber estaba contaminada con Salmonella typhi.

-Al perro flaco no le faltan pulgas…

-Tal cual, consecuentemente desarrolló un cuadro compatible con una fiebre tifoidea que, sumado a los achaques provocados por su enfermedad venérea, lo llevaron a la muerte el 19 de noviembre de 1828.

- ¿Qué edad tenía?

-Bien entrados los 31 abriles.

-Un poco menos que Vincenzo Bellini, que si mal no recuerdo no llegaba a los 34 años.

-Uno de los grandes artífices del bel canto, víctima de una diarrea amebiana.

-Qué terrible todo esto, y eso que estamos hablando de personas con un pasar económico bastante holgado.

-Pero estas enfermedades atravesaban todas las clases sociales.

-Claro.

-Si nos corremos al terreno de la neumonía el número de maestros que fallecieron a raíz de ella fue muy extenso, simplemente le menciono a Liszt, Strauss, Janáček y Offenbach.

-Recuerdo que de este último lo conversamos hace un tiempo.

-Es probable. Por suerte en estos compositores el deceso se produjo cuando no eran jóvenes.

-Menos mal. Todos ellos impulsaron decisivamente el desarrollo de la música gracias al gran poder creativo que poseían.

-El historial también registra un caso de una muerte absurda, por así llamarla.

- ¿Quién vendría a ser el desafortunado?

-El francoitaliano Jean-Baptiste Lully.

-Veraz representante del barroco francés.

-Exactamente.

- ¿Y por qué la califica de esa manera?

-Verá usted, durante un Te Deum en honor a la recuperación de Luis XIV durante 1687, Lully se lesionó el pie con un fuerte golpe de bastón.

- ¿Cómo?

-Una herida auto-infligida resultante de marcar el tempo con demasiado entusiasmo.

-Enardecido el hombre.

-Ya lo creo. El punto es que, en pocos días, desarrolló un absceso purulento.

- ¿En el sitio?

-Sí, pero la infección progresó rápidamente, condujo a una gangrena, y posteriormente una diseminación que precipitó su muerte.

-Qué mala suerte; me agradan mucho las pasacalles, chaconas, zarabandas y minuetos de su autoría.

-Unos 250 años después, Alban Berg experimentó un episodio bastante parecido.

-El creador de Wozzeck, de quien conversamos hace poco.

-Exacto. El hombre provenía de una familia vienesa de clase alta, y estaba rodeado de un fuerte estímulo cultural.

-Por lo cual tomó contacto con la música de Richard Strauss y Gustav Mahler.

-Su entorno era muy propicio para eso, pero sumado a ello en 1904 comenzó a estudiar las teorías de la armonía, contrapunto y composición bajo la dirección de Arnold Schönberg.

-De ahí Wozzeck y después Lulu.

-En verdad la influencia del maestro quedó plasmada en esas óperas. Felizmente las regalías de Wozzeck le proveyeron dinero e independencia, por lo que durante el período 1925-1933 Berg y su esposa Helene tuvieron un muy buen pasar.

-¿Empezaron a soplar malos vientos?

-Lamentablemente sí; tras el ascenso de los nazis al poder, su música fue considerada degenerada y decadente.

-¡Cuánto daño hizo esta gente, por todos los cielos!

-El año 1935 fue catastrófico para el compositor, no obstante que había arrancado muy bien, gracias al pedido del solista estadounidense Louis Krasner para que escribiera un concierto para violín, lo cual aceptó y recibió muy buena paga por ello.

-Pero tener que cargar con su piel prohibida no le debe haber resultado fácil.

-Ni que hablar. Y para colmo de males, el 22 de abril de 1935, la hija que Alma Mahler había tenido de su matrimonio con Walter Gropius, murió de poliomielitis en la flor de la vida.

-No entiendo el nexo.

-Alban y su señora, mantenían relaciones amistosas con Alma y eran muy apegados a su hija Manon, con lo cual se vieron profundamente afectados.

-Cuánta muerte en torno a la familia Mahler.

-Signada por la desgracia diría yo.

-Prosiga que la historia me interesa.

-Pues Berg le dedicó su concierto A la memoria de un ángel. La partitura fue concluida en agosto de 1935 tras 5 meses de trabajo. Mientras trabajaba en el concierto, Berg pensó en incluir material de algún coral de Bach. Precisamente uno que empezaba con las últimas cuatro notas de la serie tonal con la que venía trabajando.

-¿Y se dispuso a integrar eso en una obra dodecafónica?

-Efectivamente. En el cuarto movimiento del concierto, aparece un Adagio del coral Herr, es ist genug (Es suficiente, Señor).

-Si mal no recuerdo, Bach lo había utilizado como cierre de su cantata BWV 60.

-Así es. El texto pertenece a un himno luterano elaborado por Franz Burmeister en 1662; mientras que la melodía fue escrita por Johann Ahle, un colaborador del poeta.

-Volvamos a Berg, me interesa saber cómo continuaron sus días.

-De mal en peor. A poco de haber finalizado dicho concierto, sufrió por una picadura de mosquito en la parte inferior de su columna vertebral, que devino en un absceso y fue tratado quirúrgicamente.

- ¿Y no se resolvió?

-Al principio parecía evolucionar bien, pero luego empeoró dando lugar a un cuadro séptico que terminó con su vida el 24 de diciembre de 1935.

- ¿No es que para esa época ya se habían aparecido los tratamientos?

-Se conocía la penicilina, pero el modo de implementar su aplicación terapéutica aún no estaba del todo desarrollado.

-Cuando uno revisa las biografías de compositores famosos, la pregunta que surge es si la enfermedad y el sufrimiento representaron el fermento de la creación musical.

-Todo un tema. Le refiero algo que una vez dijera Thomas Mann.

-El señor de La Montaña Mágica.

-El mismo que viste y calza. Si bien no es literal la reflexión dice más o menos que la vida no es primordial, y más bien prefiere mil veces una enfermedad creativa capaz de templar y plantear obstáculos como alguien montado a horcajadas sobre su corcel, que va saltando de roca en roca embelesado por su audacia .

-Vale decir que la enfermedad de alguna manera estaría motorizando una eximia labor creativa.

-Verá usted, si nos atenemos a las vidas de los músicos, existen ejemplos donde la enfermedad orgánica, y la toma de conciencia sobre el negro futuro que les aguardaba, favorecieron la composición de piezas excepcionales. Como si la dolencia hubiese hecho las veces de un fenomenal impulso creativo.

- ¿A quiénes incluiría en esta tipología?

-Schubert, Chopin y Scriabin, cuanto menos. En algunas circunstancias también se sumaba la necesidad de concluir el trabajo en una carrera palmo a palmo con la muerte, como podría haber sido el caso de Mahler, Respighi y también Offenbach.

-Vuelvo con mi cantinela. En definitiva, de la propia fragilidad enfermiza emergía la inventiva quizás para superar la desesperación, olvidar el dolor y luchar contra el desaliento.

-No puedo menos que coincidir. ¿Me permite otra interpretación un poco más escatológica?

- Avanti, per favore!

-Según Schönberg, no son las enfermedades infecciosas las que causan la partida de grandes compositores. Son más bien los dioses que deciden terminar con la vida de ellos; sus divinos compañeros.

-Bien por don Arnold, porque la cosa viene bastante densa esta tarde.

-Un tema lleva a otro y quizás me puse bastante funebrero. Mis disculpas.

-Concedidas, con la condición de que lo matice con alguna que otra anécdota más estimulante.

- ¿Le parece Bach?

-Santo de mi devoción, soy todo oídos.

-Cuenta la historia que en cierta ocasión el organista francés Louis Marchand retó a Bach públicamente en un certamen de improvisación al órgano.

- ¿A quién se le ocurre tamaña locura?

-Luises nunca faltaron. La cuestión es que Bach comenzó improvisando sobre un breve tema que le había expuesto el francés, pero cuando este apreció las increíbles habilidades que desarrollaba Johann desistió del torneo y abandonó la ciudad.

-Se la buscó.

-Espere que la historia no termina ahí. Bach por su parte desafió a Marchand respecto de la capacidad de leer a primera vista.

-Una vendetta.

-Quizás la necesidad de ubicar a las cosas en su justo lugar.

-E come sono andate le cose?

-Acordaron tocar a primera vista la obra que el otro le pusiera sobre el atril. Bach le presentó al francés una obra que él mismo había compuesto unos años atrás en Weimar y que por supuesto no era de las más sencillas.

-Me la veo venir…

-Marchand, que no podía ejecutarla, cesó enseguida en sus intentos.

-Sabia decisión.

-Por su parte, Bach tomó la composición que le entregó el francés y a pesar de no haberla visto previamente, la puso boca abajo y la tocó con gran ligereza ante el asombro de todos los presentes.

-De ese ridículo no se regresa más.

-Bach se debe haber sentido muy provocado, porque si nos atenemos a los datos de su vida era un hombre de bien. Existe un episodio que lo ilustra perfectamente.

- ¡Despáchese nomás!

-A finales de 1731 cuando él ya estaba afincado en Leipzig, en la ciudad de Salzburgo, el príncipe arzobispo de allí ordenó expulsar de la ciudad a todos los ciudadanos no católicos.

- ¿Y entonces?

-Como consecuencia de ello familias enteras se vieron en la necesidad de dejar la ciudad. Felizmente el príncipe Federico Guillermo de Prusia se ofreció para acogerlos.

-Pero no quedaba muy cerca que digamos.

-Ciertamente. Fue así como una masa de miles de exiliados marchó a pie hacia el norte de Alemania.

-Ya sé, en su camino a Berlín pasaron por Leipzig.

-Exactamente, y en esta ciudad fueron acogidos con gran hospitalidad y se organizó todo un dispositivo para alojar a estos refugiados religiosos en las casas particulares u otros espacios.

-De seguro que allí entró a tallar Bach.

-Don Johann estaba al frente de la Escuela de Santo Tomás la cual había sido refaccionada poco tiempo antes y contaba con espacio para albergar personas.

-Bien por él.

-Fue un poco más lejos aún.

- ¿Organizó algún acto de bienvenida?

-En su calidad de músico dirigió una missa solemnis en la iglesia de San Nicolás. Durante la misma se interpretó una obra suya totalmente apropiada a la circunstancia

- ¿A cuál de ellas se refiere?

-La cantata para iglesia Brich dem Hungrigen dein Brot, BWV 39, que compusiera en Leipzig y fuera ejecutada por primera vez el 23 de junio de 1726, el primer domingo después de Trinidad.

-Se debe ubicar entre sus primeras producciones.

-Se la considera como parte del tercer ciclo de cantatas que él escribió entre 1725 y 1727. Antes de que se conociera la fecha exacta, varios comentaristas habían atribuido a 1732 como el año de su escritura, apodándola la Cantata de Refugiados.

-Si voy entendiendo bien, Bach la habría compuesto en respuesta a la llegada a Alemania de los protestantes desterrados de Salzburgo.

-Está bien rumbeado, pero la fecha precisa del manuscrito autógrafo indica que es anterior, como fue corroborado hace poco tiempo gracias a investigaciones efectuadas por estudiosos de la vida del maestro.

-¿Y en qué residía la conveniencia de incluirla?

-La pieza comienza expresando "comparte tu pan con el hambriento y recibe en casa al pobre sin hogar".

-No podría haber sido más oportuno. ¿Se habrá enterado el arzobispo?

-Tratándose de Bach, la noticia debe haber llegado seguramente a Salzburgo.

-Estas historias renuevan el espíritu.

-Y desnudan la estupidez que viene acompañando al hombre desde tiempos inmemoriales.

-Estuve tentado de decir algo parecido, pero me contuve.

-Una tara humana muy difícil, sino imposible, de erradicar. Algo así como una renuncia a la reflexión sesuda y racional.

-¿Me permite un aditamento?

-Sí, por supuesto.

-A veces sazonado con una importante cuota de vanidad.

-¡Qué buena observación! En definitiva, trasunta ese estado de vaciedad, carente de sustancia. Son una especie de malezas de las cuales uno debe estar muy atento y arrancarlas ni bien se las ve brotar.

-¡Pero otros las riegan!

-Qué puedo decirle, el hombre no es sapiens todo el tiempo, en fin. Por suerte somos capaces de amar, lo cual nos rescata de la irredención.

-Palabra de hombre.

-Esperanzado.

-Virtud teologal.

-A ver, el encuentro ha sido muy agradable, podríamos concluir sin desbarrancar.

-Por supuesto que sí, apenas una pizca de humor. A esta altura del campeonato se habrá dado cuenta que los dardos de la inquina no son lo mío.

-Y yo cargo con genes peninsulares, muy proclives a soltarse.

-Tomaré debida nota. A propósito de las raíces sabe que se viene Aída.

-Excelente noticia, hago mío el Addio… Me están mensajeando para recordarme una reunión ya agendada.

-Atienda sus obligaciones, pero no vaya a perderse, su visita es siempre bienvenida.

-Por supuesto que lo haré, éste también es un compromiso, ¡pero de los agradables!



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