EL FENÓMENO DE REVISTAS DEPREDADORAS
Las publicaciones o papers son la forma de comunicar la ciencia, de poner en común el conocimiento, pero no están exentos de historias humanas, de modas, de celos y de contradicciones.1
Aprender a hacer ciencia es, también, aprender a comunicarla: los datos son los datos; pero explicarlos de una manera clara y seductora es todo un arte.
Como menciona la frase "el que no publica, perece", hay una necesidad de publicar permanentemente con el fin de obtener subsidios para la investigación o simplemente prestigio científico. Siguiendo esta línea ha surgido un sinnúmero de revistas llamadas "depredadoras" (predatory journals) o chatarras, término descripto por Jeffrey Beall, cuya expansión ha sido exponencial durante los últimos años, y han definido un área de la literatura médica que intenta engañar a autores y lectores.
Revistas depredadoras
La aparición del fenómeno Internet ha originado una transformación radical de las publicaciones académicas gracias a la aparición de versiones electrónicas paralelas de mayor difusión; empero, como hacen constar Shen y Björk, dicha particularidad dio paso a un efecto secundario: la nueva perspectiva para el replanteamiento radical por parte de las editoriales como proveedores de servicios para los autores (p. ej., revisión por expertos en el tema, edición e inclusive la misma publicación), y no como medios de difusión de conocimiento. Es así como, en este modelo, los autores pagan a los editores por el servicio de "libre acceso" u open access para una distribución universal. No obstante, lejos de representar un cambio favorable, ha ocasionado que la integridad de la evidencia producida se vea comprometida, ya que han surgido publicaciones poco éticas, donde la calidad de la evidencia no es importante, cuya principal intención es generar ganancias a partir del cobro por procesar el manuscrito.2 La importancia de la publicación de estas revistas indexadas es doble: la del autor (que busca visibilidad de su trabajo) y la del editor (que busca solo ganancias) ya que los montos por publicación no son bajos.
Estas "pseudo-revistas científicas" se promocionan de manera masiva mediante el uso de nombres atractivos o similares a los de publicaciones académicas legítimas, y se acompañan de métricas infladas o inexistentes, a través de invitaciones personalizadas por correo electrónico (que sufrimos en número no menor a diez veces al día), en las que prometen una revisión expedita con un periodo de publicación corto. Reconocer estas revistas en la práctica es complicado; por tal motivo, Jeffrey Beall, bibliotecario y académico de la Universidad de Colorado, con el fin de alertar a la comunidad científica sobre este peligro, así como disminuir la corrupción del sistema de acceso abierto, dio a conocer una lista (Beall's list), equivalente a la lista negra, en la cual se incluyen aquellas 1.171 revistas hasta diciembre del 2019 y grupos editoriales con alta sospecha de prácticas fraudulentas y académicamente desacreditables.3-5
En general, es más probable que los autores de los artículos incorporados en revistas depredadoras sean investigadores de categoría junior, provenientes de países en vías de desarrollo. Sin embargo, los investigadores, independientemente de su origen o su trayectoria, están sometidos a las mismas presiones por publicar. Muchas publicaciones depredadoras publican artículos provenientes de países de bajos ingresos. En algunos casos extremos, esto podría deberse a la baja calidad de la investigación o publicación, lo que influye en que sea aceptado solo en revistas depredadoras sin un exhaustivo proceso de revisión por pares. A veces, en estos países, es más importante la cantidad que la calidad de publicaciones, tanto para adquirir prestigio académico como para ser aceptado en programas de posgrado.
Algunos signos de advertencia para reconocer una posible revista depredadora son: la revista no identifica dónde está ubicada su sede, o la ubicación es falsa; la revista envía mensajes electrónicos tipo spam solicitando el envío de artículos, ofreciendo ser miembro de la empresa editora o invitando a participar en "ediciones especiales"; a menudo, los correos son dirigidos a investigadores jóvenes, felicitándolos por sus publicaciones anteriores y la calidad de su trabajo previo, con énfasis en la alta tasa de aceptación de la revista; promesa de publicación rápida (horas o semanas); la página electrónica de la revista contiene errores gramaticales u ortográficos y no tiene apariencia profesional; no existe una institución u organización asociada a la revista; la revista tiene un portafolio amplio de artículos, muchos de ellos nuevos y no aparece contenido; los artículos parecen mal editados; la revista abarca un amplio espectro de disciplinas para atraer más artículos; por ejemplo, Journal of Medicine, Journal of Sciences o African Journal of Case Reports ; a menudo es uno de los primeros números de la revista y, a pesar de esto, afirman tener un alto índice de impacto; el correo electrónico de contacto pertenece a dominios como Gmail, Yahoo, etc.; se recibe la notificación de cobro para procesar el artículo posterior a la publicación o durante el proceso de publicación. Como regla general, todo profesional de la salud debiera desconfiar de cualquier invitación a publicar que reciba vía correo electrónico. En general, las revistas depredadoras dan la impresión de estar físicamente localizadas en Estados Unidos de Norteamérica, Reino Unido o Canadá, pero la gran mayoría poseen sus bases en Pakistán, India o Nigeria, fuera del alcance de los sistemas legales o regulatorios que podrían monitorear o limitar sus operaciones.6-8
Una de las peculiaridades de estas revistas, incluidas algunas de alto nivel, es la manipulación de los datos, o sea como se dice vulgarmente "la tortura de los datos" para que los resultados vayan en consonancia con las hipótesis. A esto también se lo ha denominado "cama de Procusto" que se aplica a aquella falacia seudocientífica en la que se tratan de deformar los datos de la realidad para que se adapten a la hipótesis previa, hecho observado de manera frecuente en medicina. 6
Ejemplo de lo previo, en octubre del año 2013, la revista Science reportó que habían generado una situación para probar un punto en relación a las revistas depredadoras. Un personaje de profesión biólogo describía cómo había enviado un estudio ficticio a 304 revistas Open Access. Más de la mitad de las revistas aceptaron publicar el artículo sobre las propiedades para tratar el cáncer de los líquenes. Ni el investigador ni la institución eran reales, y cualquier revisor con conocimientos básicos de química y la habilidad de entender datos básicos habría captado los errores del artículo. Esto llevó a emitir una sanción hacia las revistas que habían aceptado el artículo. Otra situación ocurrió cuando un estudiante de doctorado envió un artículo escrito por un software (SCIgen) que generaba frases gramaticalmente correctas, pero sin sentido, a una revista depredadora. La revista le indicó al autor que el artículo había sido sometido a revisión por pares y se aceptaba su publicación posterior al pago de 800 dólares. Por si fuera poco, en el año 2005, dos científicos crearon un artículo con alto contenido de insultos (lo cierto es que solo repetían una frase e incluían dos figuras con la misma oración). Los autores podrían haber publicado este artículo, pero pese a haber sido aceptado en el International Journal of Advanced Computer Technology, los autores no quisieron pagar 150 dólares, por lo que el artículo no fue publicado en la revista depredadora.8
Las revistas depredadoras pueden provocar consecuencias negativas: la sociedad confía en los artículos de alta calidad para la creación de políticas públicas, como apoyo en casos judiciales y, en particular, para mejorar la salud pública. La proliferación de artículos científicos de dudosa calidad puede generar confusión en instituciones estatales o servir de fundamento para grupos de presión de marcado dogmatismo (como los movimientos anti vacuna o los negacionistas del cambio climático). Los investigadores se ven dañados personal y profesionalmente, mientras los costos económicos y sociales de las publicaciones fraudulentas son trasladados hacia los autores. Estos costos pueden ir desde algunos cientos hasta miles de dólares. Y, finalmente, los artículos no son indexados en ninguna base de datos de publicaciones respetables ni validados por los pares investigadores.9-12
Una manera de "combatir" a las revistas de acceso libre de este tipo sería que las convencionales procuraran reducir al máximo posible el tiempo que tardan entre la recepción del artículo y la expresión de la decisión de publicarlo o no, porque esta espera larga, comparada con el tiempo breve o brevísimo que ofrecen algunas revistas de acceso libre, es un incentivo para que el autor se incline hacia estas últimas.7,8 Además de ello, las instituciones (escuelas, universidades. hospitales) deberían informar sobre las revistas depredadoras mediante algún sistema de plataforma interna, para que todos los miembros puedan consultar sobre revistas sospechosas o incorporar nuevas por su cuenta. Se debería incorporar la temática en los cursos de pregrado y posgrado. El máximo antídoto a la publicación de artículos de mala calidad metodológica y/o de baja relevancia es la capacitación de los profesionales en la búsqueda bibliográfica y la apreciación critica de la literatura médica. Estos elementos, dan autonomía a los profesionales en el juzgamiento de la calidad de la evidencia y lo salvaguarda inclusive de los "errores" cometidos en los artículos por autores y/o revistas prestigiosas que también los tienen.
También es de hacer notar que existen revistas relativamente nuevas y muy serias como las de Biomed central, Frontiers y PLoS, en las cuales uno debe pagar porque se manejan con la política de open access. Finalmente están las revistas clásicas, (la de este editorial es una de ellas) que son de libre acceso, con revisión por pares y no se enrolan en esta corriente.
El profesional se debe familiarizar con las revistas respetadas de la propia disciplina y priorizar la calidad sobre la cantidad de las publicaciones en la carrera académica.13-17 Se podrían realizar las búsquedas en páginas reconocidas como Pubmed, aunque tampoco ellas escapan a este fenómeno, ya que se les ha escurrido alguno que otro trabajo.18 Una herramienta a tener muy en cuenta es Scimago journal ranking ( https://www.scimagojr.com/), que sería la lista de las buenas revistas, la contraria de la Beall's list. En este sitio uno tipea el nombre y si no aparece debería levantar sospechas. En caso de ser detectado, la página permite saber el factor de impacto que da el Internation Scientific Indexing (ISI) y en qué cuartilo se ubican las publicaciones que allí aparecen.
Por último, existe una responsabilidad que recae en el autor, que implica revisar la idoneidad y el cumplimiento de mínimos estándares de las revistas a donde enviará su trabajo. 19
Pablo Young
Servicio de Clínica Médica, Hospital Británico de Buenos Aires, Argentina.
Correo electrónico: pabloyoung2003@yahoo.com.ar
Referencias
1. Cohen AJ, Patino G, Kamal P, y col. Perspectives from authors and editors in the biomedical disciplines on predatory journals: survey study . J Med Internet Res 21: e13769, 2019.
2. Shen C, Björk BC. 'Predatory' open access: a longitudinal study of article volumes and market characteristics. BMC Medicine 13: 230, 2015.
3. Beall J. Beall's list of predatory publishers. Scholarly Open Access.
Disponible en: https://beallslist.net/ (consultado el 10 de febrero de 2020).
4. Beall J. Best practices for scholarly authors in the age of predatory journals . Ann R Coll Surg Engl 98: 77-9, 2016.
5. Beall J. Dangerous predatory publishers threaten medical research. J Korean Med Sci 31: 1511-3, 2016.
6. Young P. Síndrome de Procusto en la Medicina (Carta al Editor). Rev Med Chile. 146: 943-4, 2018.
7. Butler D. Investigating journals: The dark side of publishing. Nature 495: 433-5, 2013.
8. Bertoglia MP, Águila AA. Revistas depredadoras: una nueva amenaza a las publicaciones científicas. Rev Med Chile 146: 206-12, 2018.
9. Young P. Acerca de las publicaciones y las revistas depredadoras. Fronteras en Medicina 13: 59-61, 2018.
10. Alamri Y, Abu-Zaid A. Equipping junior authors against predatory open-access
Journals. Acad Med 94: 1405, 2019.
11. Strinzel M, Severin A, Milzow K, Egger M. Blacklists and whitelists to tackle
predatory publishing: a cross-sectional comparison and thematic analysis . MBio
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12. Memon AR. Revisiting the term predatory open access publishing. J Korean Med
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13. Dal-Ré R, Marušić A. Potential predatory journals are colonizing the ICMJE recommendations list of followers. Neth J Med 77: 92-6, 2019.
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