Una vez más el esfuerzo de nuestro Comité Editorial nos permite, cómo sucede desde hace un siglo, llevar a nuestros socios la Revista Médica de Rosario. Cómo es de suponer, ninguno de los miembros del comité ha cumplido cien años, de manera que es lógico pensar que los meritorios colegas que lo conforman han tomado la posta de otros hombres que los precedieron con valores e inquietudes similares. Dos preguntas me resultan inquietantes hoy: ¿Qué impulsa a estos hombres en la continuidad de su esfuerzo? Y otra que me ha sido dirigida muchas veces: ¿Qué me da el Círculo Médico para que valga la pena ser socio del mismo? Voy a tratar de argumentar en primera instancia sobre la segunda pregunta. Y lo primero que me parece que sería una respuesta es que nuestra institución ya les dio algo a estos colegas pragmáticos de hoy, preocupados por invertir en una empresa científica y cultural cuyo rédito aparente ponen en duda. Efectivamente, el Círculo Médico no solo fue el lugar donde por primera vez los profesionales de la medicina rosarinos podían aquilatar sus experiencias en el marco de una institución que los nucleara sino, el espacio intelectual donde estos hombres homenajearon a nuestra nación dando origen a un hospital escuela, el Hospital Centenario y una Facultad de Ciencias Médicas donde formar nóveles profesionales para asistir a los enfermos. Facultad pública y gratuita, de alta calidad donde es casi seguro se formaron los escépticos de hoy. Pero no solo dieron los pasos para crear una Escuela de Medicina y una revista donde publicar las experiencias de sus prácticas, también cobijaron en el seno de la institución las nacientes especialidades médicas, creando un ámbito propicio para el debate, la educación y el crecimiento profesional.

A veces es difícil en nuestra cultura actual vislumbrar los antecedentes históricos que nos precedieron y asumir que las cosas comienzan cuando llegamos. Además de lo ya realizado es preciso transmitir que el Círculo Médico continúa la tarea de contribuir a nuestro medio social. En el año 2017 surge de su seno la Academia Provincial de Ciencias Médicas constituida por los más prestigiosos científicos de nuestra región. Academia que no solo se nutre de la medicina propiamente dicha, sino que abarca otros saberes científicos necesarios para propender a la salud del ser humano. Las academias tienden a la excelencia constituyéndose en herramientas fundamentales para la ciencia y la técnica de una región, de un país todo. Lo hecho desborda el marco acotado de la institución misma para beneficio de la sociedad en su conjunto.

Comencé mencionando la Revista Médica de Rosario no del Círculo Médico de Rosario– y ésta también se renueva: estamos abocados a la digitalización de la misma. Lograr esa posibilidad para el C M permitirá entrar en las redes científicas internacionales, que hoy marcan la horizontalidad del saber en las ciencias.

Para finalizar quiero retornar a la primera de las preguntas que me formulara. ¿Qué motiva a estos hombres a persistir en la tarea de sostener el Círculo Médico? Y me parece que la respuesta se desprende con facilidad de lo expuesto. Generosidad y compromiso con el espacio social donde viven y trabajan. Quiero recordar aquí a otro de nosotros cuyo obituario fuera publicado en número anterior,1 el Dr. Gonzalo Viale, con quién tuve la suerte de compartir experiencias en la Asociación de Psiquiatría de Rosario. Gonzalo fue fundador, presiden- te de la Asociación de Psiquiatría de Rosario y secretario del Círculo Médico (Período 1996-98); trabajaba de manera incesante para la sociedad de su especialidad, en diálogo enriquecedor con otras como la Asociación de Psiquiatras Argentinos de la cual también fue presiden- te. Gonzalo enseñaba que los resultados son más fecundos cuando se interactúa desde las instituciones y para las instituciones. Vaya entonces mi homenaje para él y todos los hombres y mujeres dispuestos a apostar por el porvenir de nuestro querido Círculo Médico.

Juan M. Acosta

Presidente

Círculo Médico de Rosario