La necesidad de un justo equilibrio entre saber productivo y el supuestamente poco redituable
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EditorialResumen
"Sin temor a equivocarnos, puede afirmarse que Italia constituyó la cuna del renacimiento. Florencia, Roma, Venecia, Mantua, Boloña, Ferrara, y otras tantas regiones fueron sitios donde afloró ese movimiento de artistas, pensadores e intelectuales que abrevaban en las simientes de la cultura clásica. Posibilitado porque quienes ejercían el poder en aquellas pequeñas repúblicas, o ciudades estado hicieron suyo ese ideal. Toda la península no sería lo que tantísimas personas han venido disfrutando si tales gobernantes hubieran esgrimido impedimentos ligados al elevado costo de las obras, más aún cuando no se avizoraba una rentabilidad financiera inmediata o una utilidad económica directa para sus erarios. Para bien de la civilización, la visión de aquellos preclaros mecenas hizo las delicias de las artes y la cultura en general. Como una consecuencia a largo plazo, el abultado número de individuos que visitan Italia ávidos por conocer ese patrimonio artístico terminó contribuyendo a la economía del país de un modo sustantivo..."
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